También hidroeléctricas

Cuando asumió la cartera de Hidrocarburos, el Ing. Pérez García pasó revista a los proyectos petroleros. Detectó gravísimos problemas y los reveló: en la refinería de Esmeraldas, repotenciada con una inversión de más de USD 2 mil millones, los problemas persisten, no mejoró la calidad de los combustibles, sólo se detectan trabajos mal hechos y por USD 1 mil millones.

Al ministro no le gusta recibir proyectos sin beneficio de inventario. Ahora que lo han encargado también de electrificación, hace igual con los hidroeléctricos. También son un desastre.

El Ecuador necesitaba hidroeléctricas, y con dos o tres solucionaba su falta de generación. Pero no. Correa hizo ocho. De éstas, cinco no están operativas. En Delsitanisagua hay problemas con bombas de enfriamiento de las turbinas, dice el Ministro, y tienen que mandarse a construir. De Toachi se dice que está en 95% , pero la rusa RAO abandonó la entrega de generadores aduciendo incumplimiento en el pago. De Minas San Francisco se asegura que está en 99%, pero el Ministro revela que tiene problemas geológicos. Se finalizaron los contratos con la firma Cnnec, que no entregó ni Quijos ni Mazar-Dudas.

Al menos tres están en operación. Pero no sin problemas. Manduriacu, una de las más pequeñas, que sepamos no tendría problemas técnicos, pero tuvo un sobreprecio escandaloso denunciado por la Comisión Anticorrupción y que les valió a sus integrantes ser perseguidos por el correato.

Las otras dos son las más grandes. Sopladora, aguas abajo del Paute. Fue prematuramente inaugurada en agosto, la firma CGGC la abandonó intempestivamente, hay obras pendientes, y un litigio internacional.

Para colmos, la mayor de todas, Coca-Codo Sinclair, tiene fisuras en la infraestructura. Además, la capacidad de generación instalada está sobredimensionada: si trabaja a plena potencia, solo puede generar 5 horas diarias, por lo reducido del embalse. Eso se denunció antes de la construcción de la obra. Se invirtió en capacidad de generación que no se va a utilizar. Para el aprovechamiento de esta mega obra, es necesario una nueva red de distribución de 500 MW que de Coca-Codo llegue a Quito, siga a Guayaquil, y continúe a la frontera sur si se quiere vender electricidad a Perú. Pero esa red llegó hasta el centro de la Sierra, donde está paralizada por oposición de alguna comunidad. ¡Cómo es posible que no pueda resolverse ese obstáculo, cuando se trata de una obra vital para el funcionamiento del sistema eléctrico nacional en el que se ha invertido tanto dinero!

Por fin tenemos transparencia en el sector eléctrico. El panorama es similar al de refinación: desperdicio de recursos, sobreprecios, mala calidad de la inversión, deficiente supervisión. Reconocer la cruda realidad es el primer paso para una solución.

wspurrier@elcomercio.org

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