El primer trimestre del 2017 termina y los agentes económicos tienen su mirada fija en las elecciones presidenciales de este domingo 2 de abril.
Los planes de inversión empresariales se irán definiendo una vez que se conozca al nuevo Presidente de la República y a su equipo económico, para poner en marcha los planes de gobierno.
Mientras esto sigue como una interrogante, no debiera llamar la atención que la actividad económica del país entre en un compás de espera. Sin embargo, esta ralentización económica coincide con una crisis económica que se arrastra desde el año pasado, lo cual puede profundizar la recesión.
Los efectos de esa recesión no se han evidenciado en su real magnitud durante el primer trimestre del año, en buena parte por la cantidad de dinero que el Gobierno ha inyectado en el mercado y que proviene de un mayor endeudamiento público.
Los desembolsos de deuda sumaron USD 3 200 millones entre enero y febrero pasados. El Banco Central le prestó a Finanzas cerca de 1 000 millones entre enero y el 17 de marzo pasado y falta conocer cuánto ingresó por preventas de petróleo.
Las empresas agradecen que el mercado cuente con más dinero en circulación, ya que eso ha permitido que los consumidores dispongan de recursos frescos para comprar.
Y una mayor demanda de productos y servicios significan mayores ventas.
Pero lo anterior se ha visto limitado por la incertidumbre. La gente prefiere ahorrar hoy para consumir más tarde, cuando el panorama económico se aclare. Por eso los depósitos en la banca crecen más que los créditos.
Y como no es negocio tener el dinero guardado, los bancos están pagando a sus clientes una menor tasa de interés por los depósitos a plazo.
En resumen, la actividad económica en el primer trimestre estuvo marcada por el endeudamiento público; que explica el leve mejoramiento del consumo y de las ventas de las empresas, pero no es suficiente para creer que el país haya superado la recesión.