El sábado 8 y domingo 9 de agosto, respectivamente, aparecieron dos publicaciones en EL COMERCIO, que deben llevarnos a la reflexión. La primera es una réplica de parte del señor Secretario Nacional de Comunicación a un artículo de Carlos Rojas, y la segunda es una entrevista al doctor Luis Verdesoto.
En su réplica a Carlos Rojas, el Sr. Secretario escribe, textualmente: “Señor Rojas, es necesario elevar el nivel del debate social y político, renegar de las falacias en las que nos quieren envolver, como aquella de la supuesta división del país o de la democracia como sinónimo de consenso. Reivindicamos el derecho a indignarnos, a confrontar, a responder con más revolución”.
Y en su entrevista, publicada bajo el título “El futuro del diálogo está ligado al éxito o no del paro”, el Dr. Verdesoto declara que, a su juicio, “si fuera débil el paro, (el Gobierno) dará un golpe sobre indígenas y obreros, que están en este momento en la ofensiva”.
Estas dos expresiones, la una de un alto funcionario y la otra de un inteligente observador y analista, sugieren una forma de ver lo que nos está sucediendo.
Parece que vamos hacia la confrontación, el “derecho” a la cual reivindica el Sr. Secretario, hacia la medición de fuerzas, la determinación de quiénes son más fuertes, de cuál lado de las “supuestas divisiones” del país puede pegar más duro.
Pero veo otra forma de interpretar la actual realidad. Se ha modificado el Decreto 16 sobre información y control de las organizaciones sociales, no lo suficiente, dicen muchos, pero en algo. Se han modificado las reglas de aplicación del Impuesto a la Salida de Divisas. Se cambió la resolución que iba a emitir la Asamblea condenando manifestaciones contrarias al régimen, y aunque lo que salió fue inocuo, no fue absurdo. Veo muestras en el oficialismo de voluntad de escuchar y de apertura a realizar cambios. “Claro,” responden los aguerridos de la oposición, “es que les hemos arrinconado” ¡No les crean! Son solo tácticas para aplacarnos”.
Y ahí está el dilema ante las divisiones sociales, que son reales. ¿Apostamos, como sugiere la réplica del Sr. Secretario, a “más revolución”, a insistir en satanizar al otro, a describir el criterio del otro como “falacia” y no como “un punto de vista distinto del mío, pero respetable”, a confrontar hasta ver quién derrota a quién? ¿O tenemos la capacidad para darnos cuenta que la confrontación es el camino a un desenlace “Pierde-Pierde”, y actuamos, de lado y lado, como lo hicieron inteligentes miembros de la bancada oficialista en la Asamblea, para moderar las estridencias?
Sr. Secretario, respetando su criterio, con el cual no concuerdo, no creo que “la democracia es sinónimo de consenso”, pero sí creo que solo funciona cuando, con firme intención, se construyen consensos.
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