¿Tiene Ecuador un gobierno que es hegemónico? Varios columnistas y diversas opiniones se refieren a una hegemonía del gobierno. La presencia y el notorio control del Ejecutivo sobre las demás funciones del Estado, como la justicia o los entes de control horizontal (Contraloría, Legislativo..), el peso electoral o el de sus posiciones en los medios, por propaganda interpuesta o no o por amenaza, pueden llevar a esa idea.
Pero resulta difícil adherir al argumento, pues se ve a esta hegemonía como sinónimo de predominio, de concentración del poder y como proceso de control creciente. Esto acontece y es sistemático en el actuar del gobierno, en las diversas actividades de la sociedad, la economía, la cultura, el deporte, etc. Lo es además por medio de la coerción, amenaza y chantaje, pero también sin ello. Lo es a un punto que el común de los funcionarios públicos se considera investido de una voluntad de control o de sanción, y siguiendo esta tendencia, la paranoia para ver complotados y complotadores ya no es simple instrumento político, como lo ha hecho el presidente, sino que se lo creen y ven estos fantasmas en todas partes. Lo que predomina es un proyecto de control, de disciplinar la sociedad, precisamente porque se pretende disponer de un proyecto, inexistente, de sociedad y de poder, que debería avanzar y avanzar. El control se generaliza y será más notorio con las nuevas elecciones en que se quiere convertir al poder local en funcional al poder nacional como en sociedades poco democráticas.
Sin embargo, la hegemonía es otra realidad. Se requiere de ideas, ideologías, concepciones o filosofía que entran en los poros de la sociedad, aceptadas, legitimadas, se hacen proyecto de cada cual, al punto de volverse casi “normales”. De esto adolece el gobierno y AP es íngrima de identidad ideológica, aún menos de proyecto de sociedad, clave de la hegemonía. No sorprende que quienes han querido cumplir la función de ideólogos (p.e. SENPLADES), al definir orientaciones sobre un sentido de sociedad o un proyecto de poder que no sea el de ganar más votos, o controlar instituciones o poblaciones, se quedan con la soledad del texto escrito, pues no hacen parte del discurso y práctica oficial -aunque los use cuando le conviene- tal el caso de una idea de “revolución ciudadana” sin ciudadanos. ¿Cómo puede lograrse convencimiento de ideas sin ellas? En cambio, el gobierno sobresale en convencer y controlar, por coerción o con ley.
La TV inunda de chismes de Hollywood y la audiencia considera que eso es noticia y se ha vuelto un modelo de vida, es la automática “americanización” , tal la Navidad; comer pavo sería “normal”, al igual que cantar el cumpleaños en inglés, llevar “jeans” o hablar con anglicismos, y pensar en la lógica del paraíso a la estadounidense.
Eso es hegemonía, es sin control directo ni coerción; además requiere tiempo.