Cuando el pueblo judío, expulsado por siglos de sus tierras originarias, pidió ayuda al mundo tras los horrores del Holocausto nazi durante la Segunda Guerra Mundial, obtuvo automáticamente el apoyo internacional a su derecho a existir como Estado independiente.
El Reino Unido promovió la creación del Estado de Israel con el absoluto apoyo estadounidense, incluso a costa de cercenar un territorio que -también por siglos- había sido ocupado por pueblos árabe-musulmanes denominados palestinos.
Fueron los palestinos los que tuvieron que acceder a partir su territorio en la mitad, tras su independencia del Imperio Británico, para ofrecer espacio a la diáspora judía.
Este es el verdadero contexto histórico de la crisis que se acaba de desatar, por el ataque a la flotilla internacional y civil de ayuda humanitaria que trataba de romper el cerco israelí y llevar 10 toneladas de ayuda humanitaria.
La flotilla estaba tripulada por cientos de activistas de, al menos, nueve países, incluyendo diputados europeos, pero fue embestida con violencia por fuerzas israelíes. Nueve activistas resultaron muertos y decenas fueron heridos.
Ya es hora de decir que no hay justificaciones válidas ni políticas ni en derecho internacional para su conducta, como tampoco hay justificaciones válidas para un Consejo de Seguridad inerme ante la tragedia diaria que viven los palestinos, que es intimidado y minimizado por la amenaza permanente de veto estadounidense. La indolencia del único organismo legítimo para otorgar seguridad global y garantizar los derechos humanos.
Israel parece no darse cuenta de que ha tocado fondo su política de acoso y bloqueo a la Autonomía Palestina, tanto interna como internacionalmente.
El sufrimiento del pueblo palestino es un grito estentóreo para toda la comunidad internacional y ya no tiene ninguna justificación válida en derecho internacional.
Su política para la Franja de Gaza solo ha consolidado y fortalecido a Hamas, además de generar un resentimiento generalizado en su población que vive en estado de sitio, con serios racionamientos de agua, de luz eléctrica, incluso de medicinas e insumos básicos, como materiales de construcción, electrodomésticos y computadoras.
¿Hasta cuándo los encarcelados van a ser carceleros del pueblo palestino? ¿Hasta cuándo les van a condenar a la pobreza, al aislamiento, al abandono? ¿Olvida Israel que Hamas -por más que no les guste- ganó elecciones en la Autonomía Palestina? ¿Puede haber paz en un escenario así? ¿Realmente puede ser posible la reconciliación entre un pueblo oprimido con otro que cotidianamente lo oprime?
A Israel no le queda otro escenario que recordar bien los principios de su lucha en 1945 y aplicarlos con humildad y justicia ahora. Seguir en lo mismo solo va a desencadenar una conflagración regional de terribles consecuencias.