Las instituciones se consolidan en el tiempo. No puede medirse su impacto social de un año para otro. Por ello, los aniversarios son una buena oportunidad para apreciar su actividad y sus resultados.
El quincuagésimo aniversario del Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura (CATI) fue la ocasión para que esa institución tan arraigada en la vida de la ciudad de Ibarra y la provincia, no solo celebre sus cinco décadas, sino desarrolle una crónica de sus labores y resultados. También esta ha sido una oportunidad para recordar y rendir homenaje a sus fundadores, encabezados por Pepe Tobar, una figura ya legendaria. Y, desde luego, la conmemoración se constituyó en un momento propicio para rememorar el gran logro: el Autódromo Internacional de Yahuarcocha, una obra que forma parte del patrimonio local y nacional, construida con espíritu quijotesco y sentido de unidad local.
El instrumento más propicio para la recordación, ha sido una obra preparada por CATI, que contiene un recuento de su trayectoria: ‘Crónica de los 50 años del Club de Automovilismo y Turismo de Imbabura, CATI’ (Ibarra, editado por Jacinto Salas, impreso en Nueva Imprenta Don Bosco, 2011). La obra de 198 páginas fue escrita por Jacinto Salas, con Pablo Jurado como gerente de producción y el diseño y diagramación de Leonardo Tafur.
Se trata de una obra muy bien lograda. Reseña la trayectoria de esta institución sui géneris establecida en Ibarra en 1961 por un grupo de aficionados al automovilismo, que se constituyó en un referente local y nacional de promoción de iniciativas, la más importante de las cuales, fue la construcción del Autódromo.
La obra, profusamente ilustrada con fotografías que recogen eventos y personajes destacados, se abre con una referencia a los antecedentes del automovilismo en la primera mitad de siglo XX, hasta los años cincuenta. Luego sigue en orden cronológico los antecedentes y la fundación de CATI, sus primeras actividades y la construcción de la autopista, su inauguración con las “12 horas Marlboro” y las incidencias de las últimas décadas, hasta el presente. La crónica se completa con referencias al local social del club, sus miembros y directivos principales de las cinco décadas de trayectoria institucional.
Con la lectura del libro no solo se recuerda a muchos paisanos y episodios de la historia local, sino que hemos logrado también rememorar la Ibarra de los años sesenta y setenta, ahora ya lejanos, con sus costumbres, aspiraciones y personajes.
Felicitaciones, un poco atrasadas a CATI por su aniversario. Y también felicitaciones a los realizadores del libro. Primero a Jacinto Salas por su excelente crónica. Me parece una muy buena muestra del género. Y también para los directivos de CATI, con su presidente y gerente a la cabeza, que han producido un buen testimonio.