El gran ajustador

Había una vez un país donde a los niños les contaban unos cuentos muy miedosos. Uno de esos era la historia de ‘El gran ajustador’, un personaje que ajustaba duramente el gasto público durante los últimos tres años de su gobierno.

“Fíjate”, les decían a los pequeños, “bajó el gasto en 23% en cuestión de dos años”. Y los pequeños temblaban del susto porque sabían que una caída tan dramática del gasto, necesariamente, hubiera causado una fuerte contracción en la economía.


“¿Quién sería capaz de hacer un ajuste tan fuerte?” era una de las preguntas más comunes entre los chiquitos, aunque algunos insistían que la historia tenía que ser ficticia, que no podía haber nadie que aplique un frenazo tan tremendo a una economía.


Pero la leyenda era aún más compleja porque se decía que el ‘gran ajustador’ no siempre había sido así. Se contaba que antes, en un mundo remoto, de altos precios del petróleo, fue algo así como el ‘gran inflador’, pues se rumoreaba que había disparado el gasto público cuando los precios del petróleo eran altos.


Es más, en una versión algo más cruel de este cuento de terror se decía que este ‘gran ajustador’ que había dirigido el reino en esas épocas de alto precio del petróleo, había disparado el gasto pero no había ahorrado ni una sola moneda durante tanta bonanza.


La versión más aterradora del cuento, esa que solo se contaba a los niños que realmente se habían portado muy mal, en esa versión especialmente miedosa, se decía que el tan referido ‘gran ajustador’ no solo que no había ahorrado, sino que hasta había endeudado al país de manera significativa, justamente en esas épocas de gran bonanza.

Claro que esta versión casi nadie se la creía porque, en las palabras de una niña más bien despierta era “demasiado cruel para ser verdad, papá... los niños de la actualidad sabemos que nadie es tan malvado en la realidad”.


Lo curioso es que el cuento no era exclusivo de ese país. Variaciones del mismo tema se contaban en donde los vecinos, claro que a veces en lugar de “petróleo” se hablaba de “soya” o “cobre”, pero al final el cuento siempre terminaba en graves desajustes macroeconómicos derivados de una etapa de inflar una burbuja, para luego desinflarla, con un tremendo frenazo económico en el desenlace.


Había versiones que terminaban con disparos de la pobreza, otras que tenían hiperinflaciones y algunas tenían hasta las tres cosas: frenazo, pobreza e inflación. En general eran cuentos bastante miedosos.


Por suerte solo eran cuentos. Porque en el Ecuador, entre el primer semestre del 2014 y el primer semestre del 2016, en el lapso de dos años, el gasto del sector público cayó en 22% en términos reales, lo cual es un valor menor que en el cuento. Y académicamente no hay frenazo y los datos oficiales tampoco reflejan un aumento del desempleo.

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