El título de este artículo podría parecer muy impactante, sin embargo refleja con toda objetividad la realidad que impera para nuestros niños y jóvenes del país en cuanto a políticas públicas para esos sectores de la población, ya que es verdaderamente increíble la irresponsabilidad con que las autoridades están manejando el presente y el futuro de nuestras nuevas generaciones, al entregarlas a las fuerzas brutales de todos los intereses que puedan destruir a la niñez y a la juventud mexicanas.
Los datos duros e irrebatibles sobre los niveles de ignorancia que ha permitido y promovido el sistema educativo nacional nos llevan a los últimos lugares en la clasificación mundial en ciencias, lectura y matemáticas; mientras las escuelas y universidades ‘patito’ proliferan a diestra y siniestra defraudando a sus alumnos y a la sociedad a través de profesionistas ineptos e irresponsables.
Todo lo anterior ocurre a pesar del gasto público en materia educativa, que es de enorme cuantía pero de ínfimos resultados, mientras el doble lenguaje prevalece en el ámbito magisterial, en el cual se privilegian las estructuras más corruptas de manipulación electoral y de control político sobre cualquier prioridad en la defensa de la capacitación y el apoyo al magisterio y a la calidad educativa.
También frente a una verdadera pandemia de obesidad, que coloca a los niños mexicanos en uno de los más altos niveles de gordura en el mundo, todas las propuestas oficiales han sido inútiles, al igual que los controles inoperantes que supuestamente han pretendido establecer para salvar a las nuevas generaciones de esta gordura malsana que invade a la niñez gracias a la comida chatarra que se expende en las cooperativas escolares y en el ambulantaje que rodea a las escuelas, mientras la fuerza de quienes producen y venden esos desechos alimenticios parece estar muy por encima de cualquier acción de rescate, en tanto el consumo de aguas negras endulzadas, que dañan y engordan a todo mundo.
En lo referente al consumo de drogas, cada día es más evidente que el asedio del narcomenudeo no sólo se ubica en las instituciones de educación media y superior, sino que ya está cercando en forma despiadada las escuelas primarias de todo el país, donde los policías de todas las advocaciones, o se hacen tontos o se hallan metidos en ese tráfico, mientras las ‘tienditas’ alrededor de las escuelas venden la droga que está enrolando a miles de niños y jóvenes a un proceso destructivo que los llevará necesariamente a su degradación, a la delincuencia y a la criminalidad.
En este contexto tan brutal hay voces irresponsables que proponen “legalizar” la mariguana.
Todo lo descrito no lo ve la autoridad como una verdadera “política pública de destrucción de la juventud y la niñez”.