Con menos de un minuto de poder, y antes de alcanzar cualquier acuerdo de gobernabilidad en España – hasta ahora la ha bloqueado – Podemos se muestra ni más ni menos como es.
Un partido populista de izquierda con discursos muy parecidos a los que están hundiendo a varios países de América Latina, con un disfraz de un cambio indispensable pero que oculta un proyecto autoritario y personalista.
Podemos todavía no rinde cuentas claras como las de su participación en CEPS, un centro de estudios por los que parece haber cobrado jugosos emolumentos para asesorar a varios gobiernos de la Alba.
Todavía no se sabe si El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica , Celag existió y funcionó en Ecuador. No ha habido información ni explicaciones sobre el tema. El nuevo Canciller preocupado por asuntos soberanos tal vez se pronuncie.
Lo que si se sabe es que Pablo Iglesias se paseó por la Plaza Grande, visitó al presiente en Carondelet y elogió el modelo (entrevista en el canal español Antena 3).
También se conoce que con dineros de Irán mantenía un animado programa de opinión. Si eso se demuestra habría que preguntar por el concepto de soberanía que tiene Podemos y sobre el uso de fondos extraños en la actividad política ( ver diarios ABC y El País). Todo es confuso.
Por ahora sale a la luz que Pablo Iglesias discrepa con sus colaboradores, que es imposible mantener a la directiva y que el líder y cabeza de su partido en Las Cortes ya se ha desecho de compañeros incómodos.
Con los desbarajustes causados en varios ayuntamientos y sus exigencias, con apenas un minuto de poder, el político populista ya muestra las orejas de un lobo aun oculto. Un lobo que luce piel fina mientras el poder tradicional del Partido Popular, que ganó elecciones pero no puede formar Gobierno, o como el PSOE, que tampoco pudo investir a Sánchez aún. Las costuras del pasado están ya en las fuerzas nuevas.