La economía, como la política o la vida misma, tiene ciclos. Tal parece que el escenario internacional marca para la autotitulada revolución ciudadana el final de uno de esos ciclos.
Podría ser algo temporal o, nadie sabe, más duradero como los períodos que se pintó como los de la larga noche neoliberal.
El caso es que el gobierno de Rafael Correa nace con la esperanza de un grupo de ciudadanos que querían un cambio de vientos. Formaron un movimiento y lo llamaron Acuerdo Pays (Patria Altiva y Solidaria), el antecesor de Alianza País.
A varios activistas identificados con la izquierda y los sectores sociales se unió Rafael Correa, provisto de formación académica y un discurso duro, audaz que cautivó a las masas populares y a capas medias.
El modelo proponía ‘revoluciones’: ética, política, económica, ecológica, etc.
El cambio llegó con el esquema de consultas populares el desconocimiento del Congreso (forzado desde el Tribunal Electoral), la Asamblea Constituyente y la propuesta de la conservación del Parque Nacional Yasuní( un sonado fracaso).
La transformación, con la conquista del voto para el texto constitucional, elaboró un largo e intrincado tejido de concentración del poder, presuntamente garantista, que según palabras del Régimen debía durar 300 años y que al cabo de seis años se pretende cambiar sin consulta popular.
En el ámbito económico, el aliento del gasto público para a su vez volcarlo en obra pública fue el motor del proceso. El peso del Estado en la economía ha crecido por encima de la participación del sector privado. El último Gobierno anterior al de Correa en el ya lejano 2006, que completó Alfredo Palacio, operó con USD 8 500 millones de Presupuesto. Los cálculos iniciales del ejercicio fiscal 2015 llegaban a más de USD 36 000 millones, aunque un primer recorte en enero bajaba USD 1 400 millones.
El Presidente dijo en el último semestre de 2014 que 2015 sería un año difícil. Cuánta razón tenía. Advirtió con los recortes al gasto de inversión. Nada alcanza y menos cuando los nuevos compromisos de préstamos chinos no se concretan. Allí está para muestra la Refinería del Pacífico sin dinero, con futuro incierto, o al menos muy lejano.
Ahora llegan los impuestos a las importaciones, como en el año 2009. Entonces eran algo más de 600 partidas. Hoy se enlista a
2 800 productos. Hay hasta bienes de capital. Los rangos van de 5 al 45% de sobretasas (nuevas tasas sobre las ya existentes).
Las autoridades hablaron de 15 meses. El tema es gastar cerca de USD 2 000 millones menos en importaciones y equilibrar la balanza comercial. Algunos nuevos precios pueden traer escasez e impactos económicos, inflación y algunos miles de empleos menos.
Sí, se acabó el tiempo de las vacas gordas. El Presupuesto del Estado no aguanta la burocracia vigorosa que se tejió, la treintena de ministerios que cuesta mucho dinero. Hoy, cuando se acabó la fiesta, se buscará culpables. Ya sabemos quien se proclamará como el único inocente.