Como todo ecuatoriana, soy fanática del fútbol de la selección, no hay partido que me pierda y si pudiera llenaría ese vibrante estadio con aforo para 50.000, aunque digan que sólo fueron alrededor de treinta y pico de miles, cuando no había espacio ni en las escaleras. El ánimo era de intensa duda hasta ese primer gol y ¡qué gol!, hablando técnicamente. Ahí se ve que los ecuatorianos sí podemos cuando lo queremos. Inmediatamente, todo cambió, hasta en el aire se sentía la efervescencia del triunfo, de la posibilidad, cada vez más cercana, si mantenemos ese ñeque intacto, para llegar al Mundial de Brasil. Felicitaciones a una selección que jugó para lograr la meta: un triunfo y nueve puntos que nos dejan en el cuarto lugar de las clasificatorias. Sólo minutos antes, la depresión era masiva, pensábamos que íbamos para otra goleada con un técnico que, todavía no sabemos exactamente a qué intereses responde, pero que ahí sigue.
El problema está en que como pueblo no somos constantes y tampoco sabemos que nos debemos a un país que necesita de nosotros, no a través de bonos gratis y más facilidades, sino del trabajo diario y duro, de llegar a metas que van más allá de lo que creemos que son nuestras posibilidades, de que necesitamos de partidos serios que busquen el bien común, el de todos y no sólo de aquellos que les tocó el turno y que no dejarán huella más allá de algunas obras y gran cantidad de inconsistencias, todo por un voto. Así como los goles se logran jugando en equipo, de puntapié en puntapié, combinando de izquierda al centro y a la derecha, así es el juego de la vida de una nación, con continuidad y no con continuismo disfrazado de populismo. Por un gol nos acercamos a donde queremos. Así mismo, como sólo por una votación sin conciencia verdadera, terminamos con un gobierno que siente que nunca se acabará.
Pero quizá, si todos reaccionamos en contra de las valijas diplomáticas, las avionetas fantasmas, los bonos millonarios que nos pueden quebrar, los partidos unipersonales, la publicidad carísima y mentirosa, los alcaldes que maquillan y ofrecen pero poco hacen, la medicina que supuestamente cambió pero que sigue igual, los cupos de universidades que ya no existen, los subsidios de combustible en la tierra mientras en el aire quiebran las aerolíneas, el desempleo que ingenuos creemos que no existe, nos encontraremos con un país positivo, donde el insulto ya no será de cada aparición de radio, televisión o hasta twitter, y donde los periodistas no habrán perdido su libertad de expresión que el pueblo cree que a ellos no les incumbe, donde trabajaremos en iguales condiciones para lograr el pan de cada día, donde la medicina nos curará, obtendremos estudios universitarios; en todos estos aspectos sí podemos caer por una goleada.