El diccionario define la palabra “gobernar” como el acto de “mandar con autoridad”: con autoridad legal, cuando corresponda, y, siempre, con autoridad moral fundamentada en el mérito que otorga la práctica cotidiana de la justicia, honestidad, modestia, prudencia, tolerancia, previsión, perseverancia, valor moral, dignidad y decoro personal, sentido de unidad nacional, abnegación en el servicio a la comunidad, respeto a los derechos de todas las personas y a los símbolos, tradiciones y glorias de la patria.
Los gobernantes, desde las Juntas Parroquiales hasta la Presidencia de la República, y los que aspiran a gobernar, deben aprender a vencerse a sí mismos y a renunciar a su vanidad. Lamentablemente en el Ecuador hemos elegido a demagogos audaces, indignos e irresponsables, y a otros que nos han cautivado con sueños de grandeza y promesas mentirosas, para terminar avasallándonos. A ellos les hemos entregado ingenuamente poderes ilimitados para hacer su voluntad. Así el país ha caído en manos de saqueadores y de sus cómplices y encubridores. Varios de ellos han deshonrado a la patria con una conducta indecorosa; han sembrado discordia y odio, provocando enfrentamientos fratricidas; han convertido el empleo público en botín; han utilizado electoralmente los recursos del Estado y sus medios de comunicación como si fueran propios; han metido las manos en la justicia; han amordazado la prensa libre y perseguido con saña a quienes han denunciado sus irresponsabilidades y delitos; han dilapidado y saqueado los recursos públicos y han endeudado a la nación a extremos catastróficos; han multiplicado el costo de las obras públicas a causa de las coimas y degradado su calidad; han manchado el honor de los colaboradores honestos; han apoyado a dictaduras corruptas y violadoras de los derechos humanos; han envilecido la fe pública y ensombrecido el futuro del Ecuador; han tratado de utilizar a los militares con protervos fines y, al no lograrlo, han intrigado para enfrentar la tropa con los oficiales, destruyendo la disciplina y jerarquización de las FF.AA., con grave riesgo para la seguridad interna y externa del país. ¿Cómo pretende volver a gobernar?
Olvidaron que se elige a los gobernantes para que protejan al país contra toda clase de daños, y que, al asumir el poder, se convierten en mandatarios de toda la nación, sin exclusiones políticas, sociales, económicas, religiosas, étnicas o de cualquier otra especie. Olvidaron que son responsables, por acción u omisión, de todo lo sucedido en su gobierno, aunque no hayan intervenido en los delitos, cuando las pruebas señalan que han incurrido en autoría directa por no haber impedido que se cometieran. De ahí que es inaudito que la mayoría de la Asamblea no de paso a un juicio político, a todas luces, inobjetable.