Escuchar a las anteriores autoridades económicas, recicladas en el actual gobierno, tratar el tema de las cuentas fiscales sólo revela el inmenso problema en el que se halla inmerso el Ecuador; y el pequeño espacio que existe para encontrar salidas adecuadas. Si a eso se suman los comentarios que consideran que la manera de sortear el embrollo es incrementar el cobro de tributos, es fácil colegir que ninguna lección quedó luego del paso de diez años de populismo rampante. Primero las cifras. Se revela que de la recaudación de tributos cerca de 14 mil millones al año sirven, básicamente, para pagar sueldos de la burocracia y algo más. Estos ingresos permanentes atienden los egresos inamovibles del presupuesto del Estado, que por su propia inercia año a año se van incrementando. De allí el fisco requiere casi 1000 millones al mes para atender sus obligaciones crediticias; en el fondo, lo que hace es captar nueva deuda para atender los vencimientos, así como para realizar ciertos pagos a proveedores y remitir las asignaciones a los gobiernos seccionales. Algún remanente quedará para pequeñas iniciativas. En la administración anterior, a fin de mostrar una bonanza inexistente, se contrataba préstamos caros para realizar obras previamente asignadas a precios elevados. Cuando los prestamistas del exterior son cada vez más difíciles de conseguir, el Estado se queda varado para continuar con la ejecución de obras, lo que sumada a la paralización del sector privado conduce a las difíciles horas por las que atraviesa al momento la economía.
Es cuando se escuchan las voces similares a las que diez años atrás inundaban los micrófonos de los medios reclamando que se incremente la carga tributaria a los particulares, porque de allí surgirían los recursos para seguir alimentando a un Estado insaciable, obeso y despilfarrador. Y surgen comparaciones que no resisten ningún rigor técnico, como aquella de analizar la carga tributaria de un país con respecto a su PIB sin detenerse a revisar cuáles son los tributos que más incidencia tienen en otros países. No se indica que en los estados citados la tarifa del IVA es mayor entre 6 y 7 puntos que la que rige en Ecuador y que los precios de sus combustibles en más de un 50% están recargados de impuestos.
En suma pretenden que exista un mayor flujo de fondos de los particulares para continuar malgastando los recursos, sin que se acepte la menor auditoría de esos gastos que en gran parte, como se ha visto en los últimos años, han servido para generar clientelas políticas.
No se busca eliminar escuelas, disminuir policías o mandar a su casa a médicos y enfermeras de los hospitales públicos. Lo fundamental es realizar un gasto adecuado privilegiando lo esencial y, eso sí, cerrar entidades que no aportan como la liderada anteriormente por un ex presentador de televisión. Pero por sobre todo entregar certezas para que el motor de la actividad económica sea la iniciativa privada, que realmente genera empleo productivo.