Uno de los ganadores, sin duda, fue El COMERCIO. Bien lograda estructura del evento. Buen formato. Conducción óptima. Organización profesional y concienzuda. Nuevos rostros periodísticos. Felicitaciones por todo el cometido que permitió a la audiencia algo más que percepciones acerca de los candidatos presidenciales. Bien se siente el iniciar estas letras con evidencias positivas.
Importante lo de forma. ¿Qué decir de lo de fondo? ¿Vimos, realmente, algo de nuevo en los 8 candidatos que no nos hayan expuesto antes, a lo largo de esta malograda campaña obstinada en mostrar los trapos sucios de los otros, ensuciar los que pudieran estar limpios, arrojar lodo con mentiras, calumnias,?
El formato impuesto fue acertado: debían mostrar sus planes e ideas acerca de 2 temas amplísimos (Desarrollo Humano y Economía), en tiempo récord: 1 minuto y 30 segundos; además, el moderador –de meritoria actuación- sugería sub temas importantes a los que podrían referirse –o no- los debatientes, lo que imprimió dinamismo e impelió a los candidatos a focalizarse –en lo que resultó posible- en el asunto ya que no anduvieran por las ramas con acusaciones o lanzamiento de dardos venenosos a sus contertulios.
Esos tiempos pequeños de participación también hicieron que aflore lo mejor –y también lo peor- de los participantes: algunos de ellos no dejaron de zaherir a los contrarios, lanzaron improperios y alguna amenaza (una, con la que pretendió intimidar el candidato Zuquilanda a Moreno); confirmamos el carácter (“quien hereda no hurta”) del candidato Bucaram, con un “up date” -un poquitín menos intenso que su progenitor- no dejó de agredir a Correa (no estaba presente, ni tenía por qué estarlo).
Sorprendió el candidato más joven, el médico Espinel, con actitud optimista, enérgica pero positiva; exhibió cuadros con datos (claro que nunca los pudimos revisar); mostró actitud noble (conducta que no creo que le haya sugerido su asesor comunicacional, porque se la percibió sincera), al reconocer con objetividad varios aciertos del régimen.
La perpetua sonrisa de la candidata Viteri fue su característica más notoria que, junto al poco –o ningún- carisma de Moncayo, combinaron con la apariencia asténica de Lasso quien parece haber perdido peso en sus exigentes recorridos electoreros. Eso sí, todos elegantes y orondos, acompañados de sus íntimos y cercanos relacionados.
Cabe resaltar que el único candidato en referirse al más fundamental de los derechos humanos, fue Moreno, cuando afirmó con énfasis: “respetaremos el derecho a la vida, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural”. Pequeño y a la vez grande detalle.
Está por verse si más pudo el debate o la sarta de acciones rastreras de la campaña sucia.