Cuatro representantes del Foro de Economistas, al que llamaremos G-20, se reunieron el miércoles con el Presidente Lenín Moreno.
Bien, un primer paso. Aunque todavía queden flotando las sospechas por la confesión de Eduardo Mangas -sacada de contexto, según dijo- según la cual este tipo de citas respondía a una táctica distractiva.
El país merece el diálogo y muchos esperan acuerdos. Es verdad que las conversaciones con los sectores productivos y los dirigentes de las cámaras empresariales no dieron los frutos que hubiesen esperado pero el talante de hablar y escuchar siempre es una mejor receta-si se quiere vivir en democracia- que el grito destemplado, la cadena empleada como azote y la descalificación a quien piensa distinto, para luego imponer por la fuerza del poder concentrado la voluntad omnímoda y vertical.
Es verdad, también, que los planteamientos económicos del Ejecutivo en las reformas planteadas a la Asamblea no llenaron las expectativas pero aun para discrepar es mejor hacerlo en un ambiente civilizado.
En cuanto a los sectores sociales y gremios de trabajadores organizados hay todavía deudas pendientes. La velocidad de amnistías e indultos a quienes fueron señalados por el régimen represivo de la década arrasada, no ha sido la deseada ni las causas se tramitan con la urgencia que muchos afectados esperan, pero todavía hay una esperanza que la Asamblea o el Presidente cierren las heridas abiertas de episodios enojosos y lacerantes que dejaron huella dividieron al país. Y hace falta crear trabajo estable y abundante.
En lo que atañe a la cita del G-20, a saber, la reducción del gasto público y el déficit fiscal fueron los puntos coincidentes. Pero ayer se volvieron a emitir bonos para cubrir una evidente brecha fiscal aumentando la deuda. El ministro de Economía Carlos de la Torre dijo a Gamavisión que se hacían esfuerzos para bajar el gasto público, pero muchos analistas piensan que hacen falta acciones contundentes y políticas públicas estables que mejoren el panorama. De la Torre calificó el encuentro como fructífero. En él participaron junto al Presidente, ministros de Estado, los máximos responsables del Banco Central y el Servicio de Rentas Internas. Por el Foro (G-20) lo hicieron Abelardo Pachano, Pablo Lucio Paredes, Walter Spurrier y Eduardo Valencia. Ellos, expertos en economía, hubiesen recibido en tiempo pasado y reciente el calificativo de contadores. Ese solo cambio es muestra del nuevo tono que vivimos aunque, es importante señalar, no basta.
Hacen falta reglas de juego claras para la inversión privada, nacional y extranjera. Una inversión seria y además, responsable, que pague impuestos justos pero que sepa a la vez que las normas no cambiarán al vaivén de los avatares políticos o los caprichos de quienes los desprecian.
El país del pasado quedó manchado por las denuncia de corrupción y los destrozos en la sede del movimiento, pintarrajeada por quienes se creían dueños de la verdad.