Desde Quito la gente se moviliza para las playas, Ambato o Guaranda. La ciudad se vació literalmente durante el feriado de Carnaval. En uno que otro barrio se lanzan baldazos de agua, en alguno que otro quedan vagos recuerdos de lo que fue la fiesta.
Al sur y particularmente en Cañar y Azuay, históricamente aislados en términos políticos, económicos o viales, la memoria colectiva sigue siendo muy fuerte y genera comportamientos sociales muy distintos a los del norte. La fiesta está ligada a la cosecha de granos tiernos: al Paucar Raymi. Hay que recibir bien al Taita Carnaval (la abundancia), no sea que la pobreza (o Yarcay) nos tome por sorpresa. Hasta hace algunas décadas ambos personajes míticos celebraban un combate o pucara andino; esta lucha era representada en vivo por grupos indígenas que se enfrentaban sangrientamente a pedrada limpia. Este acto era una ofrenda a la tierra para que diera frutos en abundancia. En Quingeo este rito se mantiene vivo en la memoria; la Iglesia hace décadas lo prohibió, en la actualidad es un juego más bien simbólico, comenta Gabriela Eljuri. Cuenta que hace pocos años se conocía de comunidades pequeñas aisladas que aún practicaban el pucara y que su práctica se guardaba en secreto. Actualmente no aparece ni como registro etnográfico. O en la misma Cuenca, se sabe que antiguamente se enfrentaban barrios como los tradicionales San Sebastián y San Blas, otrora barrios indígenas. El perdedor agasajaba al ganador con abundante comida y bebida, añade Juan Martínez.
Hace pocos años, serán quizás 15, se recuperó o reinventó la tradición del “Jueves de compadres”, previo al Domingo de Carnaval. Otro gran acto de reciprocidad que se mantenía latente aún en la memoria. Explico: no tengo hijos o han crecido y quiero tener una comadre o compadre, organizo una bandeja con una guagua de azúcar, maicena, agua de rosas, y le entrego a quien elijo como comadre; a cambio me invita a celebrar otro día. Autoras de la recuperación -Gladys Eljuri y Ana Peña- la fiesta ha vuelto a cobrar vida vía la Fundación Municipal de Turismo. Este año se congregaron en la plaza de Cuenca decenas de personas.
A donde voy. La gente de ambas provincias no se marcha, celebra en las propiedades rurales de parientes y amigos; previamente han/hemos recibido dulce de higos y pan casero. Todos sabemos que uno de aquellos días estaremos con toda la familia unida para pegarnos los “guaspetes” y el motepata. Los negocios están cerrados a machote a sabiendas de la enorme cantidad de visitantes. Es el valor de la tradición por sobre el negocio.
Así, los modelos económicos, culturales o políticos “nacionales” no pueden ser aplicados sin ton ni son; respetar la diversidad cultural exige conocimiento y respeto, solo así podremos hablar de una riqueza multicultural.