¿Fría o caliente?

Nicolás Ceacescu y su esposa eran una pareja de ladrones que, bajo las órdenes de Moscú, gobernaba Rumanía. Era tal su cleptomanía que, luego de una visita oficial a Inglaterra, la Casa Real comunicó al Gobierno francés, a donde se dirigían los Ceacescu, que no dejaran cosas móviles de valor en las habitaciones donde los iban a alojar pues se las llevarían en sus maletas como lo acababan de hacer en Londres.

Aparte de mitómano y estalinista, Nicolás era ineficiente y la economía y los servicios funcionaban a la patada. Por ejemplo, los apartamentos tenían un servicio de agua caliente central de tan mala calidad que circulaba una pregunta entre los rumanos: “¿Qué es más frío que el agua fría en Rumanía?”. Y la respuesta era: “Pues el agua caliente”.

Mirando la situación de Ecuador*, el manejo de su economía, de la política y la libertad de expresión, de los derechos humanos y el Seguro Social, es lícito parafrasear a los despechados rumanos, que terminaron ajusticiando al matrimonio de marras: “¿Qué está más a la derecha que la derecha en Ecuador?”. No hay que pensar mucho para responder: “Pues la izquierda correísta”.

El lector puede escoger los campos que desee. Si empieza por el verde flex, que es un color artificial, se topa con un tema querido para la izquierda mundial, la ecología, y piensa en lo que hicieron con el Yasuní, el bosque de El Aromo y la entrega a los depredadores chinos de amplias zonas de la Amazonía, la dádiva del campo Auca a la Schlumberger y la persecución a los defensores de las fuentes de agua de las comunidades indígenas. ¿Si eso no es derecha, entonces qué es?

O puede cotejar las conquistas de las mujeres a lo largo del siglo XX con la ley para meter en la cárcel a las adolescentes violadas que aborten ese fruto del odio y la humillación, prisión a la que van junto con los médicos caritativos que las hubieren asistido, mientras el macho alfa manda callar a las asambleístas oficiales que propusieron la despenalización. ¿Si eso no es reaccionario, entonces qué es? Y ahora que el virus del zika ataca al cerebro del feto y pone otra vez sobre el tapete el tema del aborto, ¿qué van a decir?

Además, las revoluciones de verdad suelen crear un arte que expresa la nueva visión del mundo. Pero bastaba ver los puños y los bustos bañados en dorado de Ciudad Alfaro, ahí donde bautizaron a su Constitución de 300 años, para comprender que estábamos retrocediendo a lo peor de los años 30, aunque esa estética trillada y retrógada iba a ser superada por el costoso y espantoso mural de la Fiscalía, al que un historiador oficial tuvo la audacia de comparar con el Guernica de Picasso.

Lo grave es que se obstinan en convencernos que son de izquierda con la misma cara dura con la que Ceacescu hacía pasar el agua fría por agua caliente.  

(*Este artículo inédito fue escrito antes de los escándalos de la Refinería y Odebrecht que desnudaron del todo al régimen).

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