El Presidente de la República se demoró 46 días en aceptar que la situación económica del país es difícil. Ahora le toca arreglar las cuatro patas de la “mesa servida” que su antecesor destacó cuando dijo que dejaba una economía en marcha y con buena salud.
La economía muestra problemas que se evidencian en el endeudamiento público, el déficit fiscal, el empleo y la producción.
El endeudamiento público se ha multiplicado por cuatro desde el 2009 y hoy bordea USD 42 000 millones, un 42% del PIB. Si se incorporan todas las obligaciones del Gobierno, disfrazadas con otros nombres, la cifra supera el 50%. De lo que se conoce, el Fisco debe USD 3 700 millones al Banco Central, 2 000 millones a los proveedores de Petroamazonas, 1 123 millones a los jubilados y 60 millones a Solca. Además ha emitido Certificados de Tesorería (Cetes) a corto plazo por unos 4 500 millones.
La acumulación de deuda pública a plazos cortos y altas tasas de interés reduce la disponibilidad de recursos para otros fines, ya que se debe destinar más recursos para pagar la deuda. Hasta ahora la estrategia ha sido adquirir nueva deuda para pagar la anterior, es decir, sacar un avance de efectivo para pagar la cuenta de la tarjeta de crédito.
La explicación de tanta deuda está en el abultado gasto público, que creció al ritmo del boom petrolero pero no se ajustó a la nueva realidad de los precios del crudo. Los gastos quedaron arriba y los ingresos se desplomaron. La consecuencia fue un déficit fiscal que se disparó a USD 7 500 millones el año pasado y que puede repetirse en este 2017.
El ajuste petrolero se traslado al mercado interno con recortes de personal, básicamente en el sector privado. La calidad del empleo se deterioró y la tasa de subempleo pasó del 12,6 al 21,4% en los últimos tres años.
En el sector real, el país produce y exporta lo mismo que hace 10 años, lo cual dice mucho del cambio de la matriz productiva. Quienes debían cambiar esa situación y dejar la mesa servida, hoy lideran el frente económico.