Es un lugar común que cuando las cosas van bien, no nos preocupamos de la economía y queremos que todo siga funcionando; y esto asumen lógicamente algunos presidentes reelectos, precisamente porque ha habido en el pueblo elector la percepción de que las cosas van bien. Pero en el caso del Ecuador no es así, porque lo que se ha hecho con una gran inversión estatal no es sostenible si no aumentan los ingresos del Estado, si sigue plano el precio del petróleo y no crece su volumen exportado.
Entonces el Gobierno precisa financiar el desarrollo con nuevos ingresos y gastar mejor lo que tiene. Necesitamos mayores ingresos de dólares vía nuevas exportaciones, más créditos, nuevas inversiones y al mismo tiempo redimensionar los proyectos poco financiables. Las nuevas exportaciones comprenden el aumento agresivo de lo que ya exportamos y la creación de nuevas corrientes comerciales a base de productos con valor agregado nacional y de mediana tecnología. Es urgente acelerar la explotación petrolera, abandonando los sueños y las ilusiones para dar paso a fuentes seguras del financiamiento nacional. También se debe apurar la explotación de minerales metálicos obteniendo anticipos por regalías para aumentar los respaldos de un endeudamiento eficiente.
Los créditos externos deben servir para emprender en actividades empleadoras. Se puede emitir títulos para colocar en el mercado internacional aprovechando que hay oferta mundial de dinero, para entrar en una nueva etapa de gestión de créditos de la banca privada internacional y competir así con los préstamos chinos onerosos.
La capacidad de crédito del país, que es alta en este momento, no debe servir para proyectos que no generen ocupación de mano de obra permanente y sostenible, como el de la Refinería del Pacífico que requiere por lo menos 6 000 millones de dólares de préstamos al Ecuador y otro tanto para Venezuela, cuya viabilidad es dudosa.
Esta gran obra debe ser hecha con inversión privada, a su propio riesgo, pero con el apoyo del Estado por ser estratégica.
Los préstamos chinos tienen un límite dado por los ingresos petroleros, si estos se estancan los créditos también. Por ello es que es necesario cambiar la manera de financiar el desarrollo mediante contratos de inversión privada compensados con ingresos: carreteras con peaje, servicios con tarifas razonables e industrias nuevas con rentabilidad atractiva.
Todo debe ser administrado con austeridad en el sentido de no desperdicio, de no despilfarro, para hacer más con menos dinero, que es el punto básico de la eficiencia.
Aunque es algo obvio, cabe mencionar que se debe cuidar la transparencia y asegurar al país “cero corrupción”, para precautelar la credibilidad de los gobernantes.