En los países en los que existe el régimen electoral de la segunda vuelta, la mayoría de los candidatos con posibilidades, elaboran una estrategia preventiva para el caso de alcanzar la clasificación a la definitiva opción. En las elecciones de Ecuador para el 2017 la situación es a la inversa por parte del oficialismo que considera que el triunfo en la primera, además de la continuación, implica una seguridad política indispensable. Con ánimo de fundamentar esta hipótesis es necesario evaluar las siguientes consideraciones.
En primer lugar, hay que admitir que -a pesar de tremendos errores y sospechas– el gobierno acertó en evitar que exista un líder electoral de las magnitudes de Jaime Roldós, León Febres Cordero o Abdalá Bucaram. Se desconoce que recursos tuvo que utilizar para evitar que Jaime Nebot se lance al ruedo con enormes posibilidades.
Luego, logró dividir a los candidatos de la oposición para que se presenten varios y no uno solo que acumule las corrientes anticorreistas; además, que se empeñen en una cruzada fratricida para ver quien compite en la supuesta final de abril. Por eso, aunque parezca suprema negligencia guardan la confrontación para una segunda vuelta donde el gobierno puede ser acorralado y ningún Papa o terremoto lo pueda salvar. ¿Y si no hay segunda?
En tercer lugar, los números de varias encuestas filtran datos de una victoria gubernamental en la primera. Desde que se inició el proceso, la candidatura oficial permanece liderando con un rango superior al 30 %, mientras que los otros candidatos no superan la barrera de los 25%. Añádase el hecho de que si estas encuestas se proyectan como dice la Constitución, sin los votos nulos y en blanco, el oficialismo estaría cerca de los cuarenta manteniendo una distancia superior al diez por ciento respecto al segundo.
Si los infalibles asesores de los candidatos de oposición deciden aceptar esta hipótesis es posible que cambien la agenda de “niños buenos” y lancen una ofensiva profunda, como sucedió con Macri cuando atacó la médula moral del pirronismo kirnesista y logró despertar un horizonte en el ánimo de los argentinos. Municiones tienen de sobra para desembarcar en las playas de esta Normandía Ecuatoriana. Si no lo hacen, dan lugar a la sospecha de que algunos de los principales tienen un pacto secreto tipo, Ribbentrop – Molotov (1939). con la diferencia de que no se sabe quiénes son los nazis y quiénes los soviéticos.
La conclusión, si existiese lógica en la política, es que el triunfo en la primera vuelta sería lo mejor para el régimen ya que en la segunda el riesgo sería enorme. Para completar la esperanza de los militantes verdes, si se produce la victoria en febrero estaría acompañada de una mayoría en la Asamblea y el ex ministro de gobierno será presidente de la Asamblea Nacional. Todo esto será posible si los casos Petroecuador u Odebrecht no tienen fisuras nucleares.
anegrete@elcomercio.org