Dos polos geográficos de América del Sur, dos países donde el populismo parece resignar el poder. Argentina y Venezuela van a las urnas.
El domingo, y por primera vez los votantes argentinos serán protagonista de una segunda vuelta para definir si Mauricio Macri y Daniel Scioli, si Scioli o Macri, se convierte en el próximo presidente.
En Venezuela, en cambio, las elecciones de medio tiempo tocan una clarinada de alerta. Si Tibisay Lucena (presidenta del Consejo Electoral) respeta el mandato de las urnas, la oposición puede lograr un número considerable de bancadas como dicen las encuestas que también denotan el agotamiento del presidente Nicolás Maduro. El sucesor de Hugo Chávez no dio la talla. Aunque sea corpulento y alto, le quedó grande el vacío de liderazgo del comandante.
Una Venezuela cada vez más complicada, con protestas y disidentes encarcelados, sin libertad de expresión y con falta de alimentos, parece tocar fondo y demandar un cambio. El populismo enmascarado en el discurso socialista podría sufrir en las elecciones una severa derrota y empezar su declive. Tal vez por eso Maduro no quiere observadores y las críticas del socialista uruguayo Luis Almagro, que está al frente de la Organización de Estados Americanos, son un duro golpe a la arrogancia chavista.
Al sur del continente, Argentina se apresta a vivir un cambio político. Las encuestas dan ventaja al centro derechista Mauricio Macri, quien se ha desempeñado con éxito al frente del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Su rival es Daniel Scioli, que viene del peronismo menemista (del expresidente Carlos Saúl Menem) y se ha desempeñado como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Aunque Scioli es el candidato que ganó las primarias por el Frente para la Victoria, el partido de la presidenta saliente Cristina Fernández, no es el preferido del kirchnerismo. Es más, la Presidenta lo maltrató y el apoyo no ha sido claro. En el peronismo kirchnerista se anida un frente llamado La Cámpora ( nombre de otro fugaz expresidente peronista), que ha copado puestos burocráticos y tiene una bancada considerable como subbloque del Frente para la Victoria en el Congreso Nacional.
El gobierno de Cristina Fernánez se agotó en el doble discurso antiimperialista y antifondomonetarista -que exhibe Scioli-, y la urgencia de acudir a recursos para superar la honda crisis económica y la alta inflación, amén de los ataques a los medios independientes o críticos con el poder.
Para dar cuenta de la influencia del general Juan Domingo Perón y su movimiento desde hace casi 70 años en la política argentina, cabe apuntar que hasta Macri lo cita para rescatar algún voto de su tendencia.
Las fotos del populismo y sus recetas, acá y acullá se parecen, se reciclan como acaso reciclan publicistas y asesores. Por hoy parecen agotadas y es probable que soplen en estos países nuevos aires hasta que los populistas -en unos años más- vuelvan a refrescar, lemas, discursos y estrategias. ¿Será el final? El populismo está bajo la piel.