Días antes de que expirase su mandato, el gobierno de Correa dejó sin efecto los Tratados Bilaterales de Inversión que Ecuador tenía con 12 países, entre ellos EE.UU., Canadá, España y Perú. Fue una decisión inopinada en un país que debe cubrir uno de lo agujeros fiscales más grandes y onerosos de su historia, tras una década de despilfarro y luego sobreendeudamiento.
Sólo este año, Ecuador necesita conseguir unos 13 mil millones de dólares para pagar a sus acreedores y proveedores; y para financiar la costosa operación del sector público. ¿Cómo hacerlo, si habrá menos dinero en las arcas fiscales por la baja del WTI y el final del paquetazo tributario y arancelario?
Una medida extraordinaria que está a disposición del presidente Moreno es la creación de un fideicomiso internacional de inversión regido por la ley de Nueva York. La creación de un vehículo como aquel es, ahora mismo, la opción más eficiente y expedita que el país tiene a mano para que los inversionistas traigan su dinero al Ecuador en un plazo relativamente corto.
Ese fideicomiso podría tener la participación de Naciones Unidas, junto con la del Gobierno ecuatoriano. El destino de los fondos de ese fideicomiso podría ser la inversión productiva, la reestructuración de pasivos y la venta de activos estatales, por ejemplo.
Ese gran fideicomiso estaría compuesto por varios fondos que ofrezcan instrumentos de inversión con diferentes plazos y rendimientos esperados, en función del riesgo asumido por el inversionista.
Que ese vehículo de inversión esté regulado por la ley de Nueva York (NY) tendría varias ventajas. La más evidente es que NY es el centro financiero del mundo y, como tal, ofrece al inversionista los mecanismos legales más avanzados para salvaguardar el uso correcto de sus recursos y ofrecer la transparencia necesaria en estos casos.
Además de la seguridad jurídica que las leyes de Nueva York brindarían a inversionistas institucionales y personales, aquella ciudad ofrecería al país una vitrina internacional a la que concurren estructuradores financieros, medios de comunicación especializados y toda clase de agentes en busca de nuevas oportunidades de inversión, en sectores poco explorados del mundo.
La creación de un fideicomiso de este tipo podría ser el primer gran paso que el país necesita para volver a los mercados internacionales en condiciones más justas para dejar, por fin, de estar a merced de los financistas chinos y de las emisiones apresuradas de bonos soberanos.
Una medida como aquella permitiría al presidente Moreno abastecer a la economía de los dólares que le hacen falta al país. Sería, también, la oportunidad de mostrar que es un líder dispuesto a marcar una diferencia sustancial con los costosos errores del pasado.