Nadando a favor de corriente en la vorágine del Mundial de fútbol la conciencia permite, más allá de la pasión y las filiaciones que el deporte de multitudes suscita, apartarse del bosque e interiorizar ciertas reflexiones.
El poder, que todo lo envuelve y pretende transformarlo en una voz unánime a su favor, sin disidencia ni cuestionamientos, aprovecha de estas manifestaciones populares y del concierto mediático que domina para enviar mensajes y suprimir el debate con una sola visión.
Más allá de la infame e infamante campaña de propaganda pagada con la plata del pueblo y que insulta y ofende a la inteligencia e irrespeta al auditorio masivo que sigue con interés los partidos del Mundial, caben algunas consideraciones.
El sábado 19 de junio murió Carlos Monsiváis, ensayista vital, pensador que nunca dudó en tomar partido por las causas ciudadanas cuando de estas todavía no se habían apropiado los operadores políticos de ocasión. Hombre de izquierda pero que rechazó el estalinismo y un observador cotidiano que supo traducir en palabras fáciles las complejidades del entramado social de su palpitante México natal .
Cuando Monsiváis escribió sobre el fenómeno del fútbol (futbol, como dicen en México, sin tilde) lo hizo desde una interesante mirada crítica. El día de su muerte y tras la partida de Saramago, releía en ‘Entrada libre’ (Ediciones Era, 1987) el ensayo titulado: ¡¡¡Goool!!! Somos el desmadre.
Nos deja caer algunas frases para pensar, por ejemplo: “Quién ignora que la publicidad será el único idioma del siglo XXI, el genuino esperanto (…)”.
Él, con su pluma maestra dice: “Si el mundo se une en torno a un balón la realidad se futboliza”.
“¿En cuántos códigos genéticos ha quedado ya inscrito el igualamiento de fútbol y sentimiento patriótico?”
Señala Monsiváis que … “el nacionalismo es resultado orgánico del aislamiento cultural y el autoritarismo omnipresente en México”. Dice que el héroe aparente del nacionalismo es el pueblo y remonta la historia a la revolución de 1910.
Vale echar una mirada a este ensayo donde retrata la cara triste de los vendedores ambulantes que venden ilusiones en la puerta de los estadios. Recordaba estos días a los que lo habían perdido todo comprando camisetas y banderas con los colores preferidos (La Tri de México – blanca, verde, roja-, como la Tri de Ecuador -amarilla, azul y roja-) y se quedaron con toda la mercadería por un off side, un gol fantasma o un descuido de concentración ( Ecuador, Estadio Olímpico, 2009).
Compara Monsiváis a los fanáticos del fútbol con los patriotas. Son aquellos que enarbolan los símbolos y se los apropian para encauzar el discurso totalitario, populista , reduccionista de la patria única, ‘la patria es de todos’, tan parecida al ‘todo por la patria’ de la falange del fascismo español.