A lo largo de todo el mundo, a partir del día 26 de mayo, las congregaciones judías celebrarán la festividad de Shavuot. Siendo una festividad de origen bíblico, dicha fiesta tiene conexiones con el aspecto agrícola y la historia del pueblo judío. En la antigüedad, las primeras cosechas eran ofrendadas en el Gran Templo de Jerusalem a modo de agradecimiento a Dios por regir la naturaleza en tales circunstancias que permitiera una fructífera cosecha. Por ello, otro de los nombres de la festividad es la de Jag Habikurim o fiesta de las primicias.
Los rituales más importantes se desarrollan en la sinagoga a través de la lectura de los Diez Mandamientos, y en la parte gastronómica siendo las comidas principales elaboradas a base de leche. La explicación para que los alimentos lácteos sean los principales, está relacionada con el hecho de que otro de los nombres de la fiesta es el de ‘Jag Matán Toratenu’ o la fiesta de la recepción de los 5 libros de Moisés. Así como la leche es indispensable para la vida de un ser humano, los 5 libros de Moisés son indispensables para el crecimiento espiritual del pueblo judío.
Quisiera detenerme en el primer nombre de la fiesta -la fiesta de las primicias- ya que encierra un valor espiritual.
En la época antigua, los métodos de siembra y cosecha eran mucho más complicados que en la actualidad y seguramente se hacían redoblados esfuerzos. Imagino que luego de luchar contra climas adversos y suelos a veces poco amistosos, llegaba al final del camino y luego de esperar, se obtenían los resultados con tanto esfuerzo. ¿Qué haría usted? Imagino que cosechar y comer, no solo por el hecho de que está esperando hace tiempo la cosecha y probablemente sus graneros ya estén casi vacíos, sino que además usted trabajó, cosechó y le corresponde.
La Biblia nos propone otra cosa: poner en segundo plano nuestros impulsos naturales y hasta cierto punto justificados, para reconocer primero en Dios la fuerza generadora de lo que voy a cosechar. Por supuesto que hemos hecho nosotros también el esfuerzo, pero no somos el centro del mundo. La humildad debe generar en nosotros la capacidad de poner a cada uno en su lugar. Hoy la mayoría de nosotros nos levantamos y al abrir el refrigerador tenemos todo al alcance. La perspectiva de lo que sucede antes de que las cosas lleguen a nuestro hogar se pierde en el camino, como se pierde la capacidad de reconocer que sin las reglas de la naturaleza, que sin la lluvia nuestro esfuerzo sería nulo. Las primeras ofrendas se entregaban a Dios simbolizando nuestra fe en un mundo manejado bajo sus reglas y su presencia. Ofrenda que reconoce nuestro lugar privilegiado como seres humanos en el orden de la creación .