Es preferible poner en palabras de un músico de la trayectoria de Boris Cepeda el significado del aporte de doña Celia Zaldumbide Rosales a la cultura, a la educación musical y en general al arte. “Fue una gran benefactora de varios proyectos musicales en Quito (Orquesta Sinfónica Nacional, Sociedad Filarmónica de Quito, Casa de la Música, etc.) y siempre estuvo presta a dar su apoyo económico y dar consejos a los colegas músicos. Un ser humano muy crítico y a veces tajante, pero con gran conocimiento. Una dama de mucha influencia, pero que trabajaba mejor desde bastidores”.
Doña Celia, como siempre se la conoció, fue todo lo que menciona desde Berlín el pianista Boris Cepeda, pero muchísimo más. En un artículo anterior me referí al legado musical de Sixto Durán-Ballén en la Universidad Andina Simón Bolívar, hoy voy a contar el que dejó esta mujer a los quiteños. Hablar de números puede ser presuntuoso porque el arte se define por valores. En la casa o villa Celia, en la que vivió siempre (aunque también nació y vivió en París), quedaron todas sus colecciones de música, sus libros y una invaluable serie de piezas arqueológicas que recolectó durante toda su vida.
La Fundación Celia Zaldumbide Rosales, fundada por ella en 1989, está ubicada en la avenida 6 de Diciembre y Washington. Es una casa muy parecida a la que perteneció a Galo Plaza, a muy pocas cuadras de la primera. Son esas residencias que trasladan la memoria a una época repleta de esplendor del Quito de mediados del siglo XX. El objetivo primordial de esta Fundación es la difusión y promoción del arte, la historia, la literatura y particularmente la música académica. Sus amplios salones están adaptados para la presentación de un cuarteto de cuerdas o de una orquesta de cámara, para charlas sobre historia, tertulias literarias. En la biblioteca los mejores autores ecuatorianos, franceses, españoles.
Si bien la biblioteca y las piezas arqueológicas llaman la atención, lo más impresionante es el legado musical que dejó doña Celia. Los miembros del Directorio, expertos en todas las ramas que se derivan de las artes, pusieron especial cuidado en la clasificación de la música para el deleite de los melómanos. No solo hay discos en todos sus formatos, el legado musical también está integrado por videos y grabaciones de las más renombradas orquestas, directores y compositores. Sonatas, sinfonías, conciertos, óperas, incluso partituras, un espacio acogedor de pinturas clásicas, pianos perfectamente afinados…
Pero definitivamente, la música es la que llena todos los espacios y es la que mejor define a esta mujer descendiente de uno de los poetas ecuatorianos más destacados en el ámbito mundial: Julio Zaldumbide Gangotena, fundador de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, político y funcionario público.