El largo feriado que se avecina incentivará el turismo en el país, pero también estimulará las compras en los países vecinos, como ha venido ocurriendo todos los feriados de los últimos años.
El desfile de autos por el puente Rumichaca muestra que pese a la crisis económica del país sí existe suficiente liquidez para consumir, a precios razonables.
El peso colombiano dejó de depreciarse y no se ha vuelto a ver una cotización como la de inicios de este año, cuando alcanzó los 3 300 pesos por dólar. Desde agosto pasado la divisa estadounidense se cotiza entre
2 800 y 2900 pesos. Pese a la revalorización hay un alto poder de compra de quienes llegan con dólares a Ipiales o Pasto, ciudades que se han convertido en los centros comerciales preferidos de los ecuatorianos.
Además, los impuestos y los aranceles en Colombia son menores que en Ecuador, lo cual hace que televisores, licores, impresoras, ropa, artículos de limpieza, llantas, etc., se consigan a la mitad o la tercera parte de lo que cuesta localmente.
Esa diferencia de precios ha llevado a miles de compradores a cruzar la frontera luego de seis y hasta 10 horas de viaje.
Como el Gobierno no tiene una respuesta frente a este fenómeno, su salida ha sido poner trabas a las compras. Ya lo hizo con el licor, que tiene restricciones para ingresar por tierra, aunque entra por otras vías, ocasionando una caída de las importaciones formales y del pago de impuestos.
Quienes viajan por tierra y quieran ingresar al Ecuador un televisor o una impresora ahora necesitan un registro de importador, contratar un agente afianzador de aduana y asumir otros gastos.
Como los viajeros no saben ni les interesa hacer esos trámites, lo más probable es que bajen las compras formales en Ipiales o Pasto, lo que no significa que disminuyan las ventas.
Los incentivos para el contrabando siguen intactos y la demanda se mantendrá mientras haya una diferencia tan grande de precios.