Hijo: “Que tengas una feliz Navidad”, “Te deseo un venturoso año nuevo”, “Que el niño te traiga todos los regalos del mundo”, “Recibe todos mis buenos deseos y energías” son unas de las tantas frases hechas que algunos las dicen con el corazón, con sinceridad y afecto y otros las repiten de memoria, para pasar el rato, con indiferencia o hipocresía.
“Llegó lo mejor de esta Navidad, navega gratis por un año”, “En diciembre triplica tus millas y haz que tus consumos te llevan a donde quieras”, “Por Navidad, compra ahora y paga en seis meses”’ compra, compra, compra’. No pienses’ gasta que mañana se acaba el mundo’ nos hablan al subconsciente los anuncios de los comerciantes desesperados en vender todo lo que tienen, en medio del olor a palo santo y de unos villancicos dulzones que lanzan loas a un niño nacido con amor hace dos mil años, en un pesebre muy pobre.
Ciertamente hijo, estos son días de reuniones, almuerzos, cenas con compañeros de trabajo y parientes. Son un buen pretexto para bajar las tensiones, restablecer relaciones y visitar el país para abrazar a los seres queridos si se ha estado en España o Estados Unidos. Se respira amistad y fraternidad. Fluye como nunca el vino, el ron y el whisky.
El pavo o el pollo adornan unas mesas pletóricas de frutas, dulces y manjares. Sin duda son días de solaz y embobamiento colectivo por las compras, el tráfico o el alcohol.
Pero también para otros, para muchos que no tienen el dinero para los regalos, el pavo y el dispendio, aquellos que no tienen a su lado a sus seres queridos, los que están enfermos, los que están fuera de su país, son momentos de angustia, presión o tristeza. Navegan en medio de una soledad infinita. Hay más broncas, accidentes y suicidios.
Son días en los que quisiera que por las tensiones no se peleara por tonteras, en los que el amigo logre la paz y serenidad necesaria luego de enterrar a su madre. Quisiera que los que se llenan la boca con el nombre de Jesús, los que comulgan todos los domingos, sobre todo los que tienen mucho poder político y económico se acuerden de las enseñanzas del recién nacido, del que siendo hombre predicó sencillez, honradez, paz, justicia y amor. Por tanto quisiera que viéndose en ese espejo, dejen la prepotencia, que no teman la crítica, que no infundan miedo ni cultiven violencia, que permitan que fluya la libertad y la tolerancia, que no intimiden a periodistas ni cierren revistas o persigan a inocentes.
Si hijo, “Feliz Navidad” significa que más que esperar el regalo material disfrutes del espiritual que esta fecha también te trae: un espacio de reflexión y cuestionamiento al consumismo, a la hipocresía, a la arrogancia, a la sumisión y al oportunismo, pero también, en el que a pesar de todo, en familia brote la alegría, la solidaridad y el amor.