Con ocasión del Día del Trabajo fueron divulgadas cifras que asustan: desempleo absoluto 9%; subempleo, 51,3%. Sin embargo, las oportunidades de empleo no aumentan; y, al contrario, 190 000 perdieron su lugar de trabajo en el 2009.
La empresa privada, capaz de crear empleos, no arriesga nuevas inversiones; y quienes pretenden organizar empresa propia, sin disponer de fortuna, encuentran graves dificultades. Como ejemplos: un joven de 35 años de edad, a pesar de su experiencia y capacidad, está desempleado desde hace tiempo; y uno de 51 no es admitido porque lo consideran “viejo”.
Mientras tanto, cada año, de colegios y universidades egresan más y más jóvenes aun con títulos de especialización, que buscan trabajo. Un caso concreto: graduado en la universidad, en la especialidad de Turismo, a los 24 años de edad decidió abrir una modesta agencia de viajes. Como necesitaba dinero, por su edad no tuvo acogida porque para cuentacorrentista debía cumplir 25 años; y para obtener tarjeta de crédito, 27 años.
Continuando el camino del calvario, debió formar una compañía, pasando por los filtros de la Superintendencia del ramo, felizmente sin costes; pero sí había que pagar en la Notaría y en el Registro Mercantil. Pero también debió obtener patente municipal. Siguiente paso: afiliarse a la Cámara de Turismo; subsiguiente, registrarse en el Ministerio de Turismo.
Ya con la oficina debió acudir, en primer lugar, al Instituto de Seguridad Social y obtener una “clave” para, con ella, acceder a la afiliación. Continuó la peregrinación al Servicio de Rentas Internas para el asunto de los impuestos; y allí tuvo una primera penosa experiencia: por no haber enviado a tiempo información de años anteriores, el SRI lo clausuró, sin posibilidad de réplica. ¿Siete días sin producir? Finalmente, los requisitos obvios: arrendar un local para la agencia, y eso no cuesta poco; además de la garantía que exige el dueño del local.
Si el optimista joven emprendedor desea instalar un trabajo independiente se halla ante una maraña de leyes, reglamentos y algunas autoridades hoscas que tramitan y deciden; que lo cercan y lo reducen a una especie de jaula. Ni qué pensar en dar empleo a otras personas, por los trámites y gastos, de aquí, de allá y acullá.
Cuán distinto debe ser, inclusive para iniciar una pequeña empresa, contar con padres adinerados que faciliten el capital, o familiares con influencia en la burocracia estatal o municipal. La ruta del calvario es muy dura, demasiado dura y hasta causa de derrota para jóvenes de hogares de economía mediana o baja. Todo, mientras nuestros políticos llenan su boca con discursos a favor de “los pobres” y anuncian cambios y hasta revoluciones que no llegan; y al parecer no llegarán. Mientras crece la demanda de empleo, se estanca o reduce la oferta.