Lo que pasa con los extremismos y de lo que queda cuando las polarizaciones cambian, debe enseñarnos mucho. La extrema derecha francesa (Frente Nacional, FN) vivió una derrota a medias. Fue ella contra los demás lo que es un éxito y en partes perdió con justeza, aunque no logró dirigir ninguna región.
Desde 2010 pasó de 118 puestos a 358, la izquierda retrocedió de 1 106 a 551. La derecha ganadora pasó de 462 a 789 puestos, empero su electorado tradicional le abandona y se va al FN. Este ya capta gente de todos los sectores sociales, modificó su discurso para hacerse aceptable, no sin contradicciones entre su discurso y sus propuestas concretas.
Poco a poco, Francia está encubando un sacudón político que puede ir a una confrontación violenta. Como antes de la revuelta de mayo del 68 está con un malestar generalizado. Las explosiones francesas no son de medias tintas, no será como Occupy o Indignados, sino algo más radical en ideas y acciones; su malestar es una crisis profunda de la política, de ahí la menor participación electoral y el abandono de los partidos.
La izquierda representó obreros y campesinos, pero ahora están con el FN (43 % de obreros y 35% de campesinos lo conforman). La inseguridad económica no necesariamente lleva a una radicalidad de izquierda sino de derecha, la cual se centra en la promoción de la seguridad, ahuyentando fantasmas que su visión chauvinista crea (extranjeros que quitan empleo o ser parte de la Unión Europea).
La izquierda, en cambio, capta mal las complejas dinámicas sociales de necesidades reales o emocionales de seguridad o lo reduce al gran cambio del sistema.
El Gobierno socialista, más bien tecnocrático, tiene poco en nexo con la sociedad organizada y con propuestas que van al centro (el cual es en cambio indispensable para ganar).
Eso le lleva a perder el apoyo de clase media. La mayor parte (39%) de los electores se dice de izquierda (32% de derecha, 27% del FN), y son los de izquierda que más se abstienen, descontentos de esta política. Si la mayoría de la juventud se identifica con la izquierda, el FN no se queda atrás, se recompuso con mayoría de jóvenes.
La derecha, en cambio, tiene a la mayoría de las personas de más de 60 años. Es una derecha que envejece, la extrema derecha rejuvenecida le reemplaza ¿por largo tiempo? Pero sus adherentes son los menos instruidos, no así la izquierda que tiene a más instruidos.
Existe así una redefinición de las posiciones políticas y de la adhesión a los partidos, en medio de un vacío ideológico o de una falta de orientaciones. Sin la fuerza de estas la polarización política no sirve a largo plazo, los apoyos que un gobierno logra a la hora de la abundancia, fácilmente se desaparecen en la pobreza, aún más si se gobierna sin articulación con la sociedad. Gana, en cambio, la derechización de la sociedad, reducida a la elemental visión de la seguridad, raptada por las amenazas.