El número de desempleados en España supera a los 5 600 000. Los dos grandes sindicatos españoles y el partido socialista (PSOE) , éste desde hace unos 130 días en la oposición, han salido a la calle a reclamarle soluciones al gobierno derechista de Mariano Rajoy (PP) y, al tiempo, rechazar su política de austeridad y los ‘recortes’ impuestos para encarar la crisis y buscar una salida de futuro. Le critican y dicen que sus medidas, sin darle por lo menos un pequeño espacio para ver los resultados en el tiempo, aumentan el desempleo. De hecho desde que asumió Rajoy se han sumado al paro unas 450 000 personas, que representan entre un 8 y 9 % del total.
Lo llamativo es que sindicalistas y socialistas se lancen a hacer tanto ruido por 450 000 desocupados y no lo hayan hecho en el pasado por más de 5 000 000. Resulta extraño y paradójico. ¿A los sindicatos no les inquietaba el problema del paro durante el gobierno de Zapatero-Rubalcaba? Los socialistas, ¿qué hacían?
Como todo el mundo sabe el Rey Juan Carlos debió pedir disculpas por culpa de un mal paso (más fractura de cadera) que lo dejó en descubierto- casi en cueros podría decirse- en una de sus ‘cacerías’ o ‘correrías’ privadas, según como cada uno le quiera llamar. El monarca supo que había que pedir disculpas y lo hizo y pronuncio su segunda gran frase célebre. Su primera fue aquella de “por qué no te callas”, que hizo hacer sapitos al comandante bolivariano. La de ahora ha sido menos imperativa y muy humilde: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”.
Y uno se pregunta si eso no es también lo que tendría que haber hecho Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato y líder del socialismo y de hecho primer ministro del último gobierno español. Si es tan soberbio que no quiere pedir disculpas , por lo menos debería lamentarse de haber dejado el país con más de 5 000 000 de desocupados. Además, debería prometer que no volverá a ocurrir, porque todo ha sido muy lindo, pero el estado de bienestar duró muy poco y degeneró en la crisis. Porque la crisis no fue provocada por las medidas de austeridad ni por los recortes, sino que fue la consecuencia anterior de la política que defienden y aplicaron los que ahora están en contra del ajuste. Y no vale con culpar de todo a los banqueros. Que buena culpa la tienen, pero ellos siempre se escapan y tienen múltiples refugios y son amparados, bien recibidos y tratados en otras partes por gobiernos de variado signo entre los que abundan los progresistas. Todos tienen su cuota parte de culpa, cada uno a su nivel, nadie dejó de tirar de la piolita y disfrutarlo. Fue una época de plata dulce, que como todas esas ficciones se acaban pronto. Ni tampoco recurramos al ‘mercado’, ese comodín que viene tan bien para quitarse responsabilidades y evitar sinceramientos.