Evo, satélites y trabajo infantil

Evo Morales no deja de sorprender. En la misma semana que Bolivia envía un satélite de comunicaciones al espacio realiza declaraciones defendiendo el trabajo infantil desde los 12 años, bloqueando una reforma legal que permitiría elevar la edad mínima para el trabajo a los 14 años. En un tema entra de lleno en la modernidad, en el otro regresa al pasado, al menos 40 años en lo normativo y al siglo XIX con la idea de que "eliminar el trabajo infantil es eliminar la conciencia social" .

Todos los argumentos en defensa del trabajo infantil de Morales son lugares comunes, parecen tan obvios que no se repara en los riesgos asociados, por eso muchas personas apoyan la idea. Por ejemplo, en un prestigioso diario español una periodista, luego de explicar la posición de rechazo a la reforma de parte de la Unión de Niños y Adolescentes trabajadores de Bolivia, afirma que "La aspiración [de subir a 14 años la edad mínima de trabajo infantil]es loable, empero, no tiene relación con la dramática realidad que vive un numeroso grupo de bolivianos, obligados a salir a las calles -o a vivir en ellas- para llevar algo a la boca de los suyos". Para no dejar duda de la necesidad de permitirlo, enumera algunos casos en que ese trabajo era una cuestión de supervivencia. Todas parecen "razones" indiscutibles contra la idea de "prohibir por ley el trabajo infantil".

Para el Presidente y la periodista, el dato difundido por el Ministerio de Trabajo de ese país, de que unos 848 000 niños y niñas en edades comprendidas entre 5 y 14 años trabajan y que un 80% de ellos recibe ingresos de poco más de un dólar diario, parecen alicientes para mantener esa realidad y no para cambiarla.

Para un gobernante que expresa su preocupación por la inclusión social, por disminuir las brechas entre pobres y ricos, ignorar que el trabajo infantil da origen a un círculo vicioso contrario a ese objetivo es una grave contradicción. Por cierto, no se trata de tareas de apoyo en el hogar, trabajos esporádicos o lo que se realizan en el marco de las tradiciones culturales o en la escolaridad.

El trabajo desde edades tempranas se da en actividades que demandan pocas calificaciones laborales, además de riesgoso para el desarrollo y la salud, es poco remunerado, impide la escolaridad, condena a vivir en la pobreza; los hijos e hijas de estos trabajadores prematuros estarán obligados a incorporarse al mercado laboral para mejorar esos ingresos exiguos, perpetuando el ciclo .

Siempre se podrá exhibir ejemplos de personas que rompieron el círculo, que lograron mejorar su calidad de vida, que salieron de la pobreza, pero son excepciones.

Detrás de cada niño o niña trabajadora hay personas que se benefician política o económicamente de su explotación; establecer una edad mínima más alta es fijar un objetivo, una meta, un primer paso hacia su erradicación, un verdadero movimiento hacia el desarrollo.

Suplementos digitales