El Presidente de la República pidió el sábado pasado que cualquier evaluación que se haga a su Gobierno tome en cuenta sus 10 años en el poder.
La razón: la contracción económica -que evita llamarla crisis- puede invisibilizar lo conseguido en la última década en materia de crecimiento económico, pero sobretodo en reducción de la pobreza.
El Banco Central presentó la semana pasada sus proyecciones de crecimiento económico para el 2016 y el resultado fue una contracción de 1,7%, que se suma al crecimiento prácticamente nulo del año pasado.
El Gobierno no tiene mayores logros que mostrar en esta materia, pese a los ajustes realizados en las estadísticas de los años 2013 y 2014. Las tasas de crecimiento para esos años resultaron ser mayores a las previstas inicialmente por el Banco Central.
Pero con todas esas modificaciones, la tasa promedio de crecimiento en el período 2007-2016 es de 3,4%.
Si no se considera el resultado del presente año, el promedio aumenta ligeramente al 3,9%.
Para una economía que se ha beneficiado de un segundo ‘boom’ petrolero por casi una década, ese desempeño resulta mediocre, por más carreteras, puentes e hidroeléctricas que se hayan construido.
Con menos recursos disponibles en el período 2000-2006, el país registró una tasa promedio de crecimiento del 4,7%.
Y si se incluye la crisis de 1999 el promedio cae al 3,5%, prácticamente igual al registrado durante la administración de la revolución ciudadana.
Pero la tasa de crecimiento es un indicador insuficiente, según el Gobierno, que prefiere ser evaluado y recordado por los logros en reducción de la pobreza.
En efecto, desde el 2007 hasta junio pasado, la pobreza por ingresos ha caído alrededor de 14 puntos, lo cual es un mérito. Sin embargo, antes de la Revolución ciudadana la pobreza también venía cayendo, incluso a un ritmo mayor. La actual contracción de la economía pone en peligro este logro, pues la pobreza puede empezar a subir, sin estar en crisis.