Dos casos en América Latina, Ecuador y Venezuela, pueden aportar indicios para ensayar una hipótesis. En sociedades de precaria institucionalidad como aquellas, la polarización política – la manzana partida en dos pedazos iguales – no tiene otro fin que sostener o robustecer a la parte que ejerce el poder; pues en este tipo de sociedades no rige la ley del péndulo. En el caso venezolano, la polarización tiene nombres en la cárcel y en las calles. En Ecuador se trata de una encarnizada competencia por llegar segundos o terceros en la próxima contienda electoral del 2 017.
En Venezuela se han agotado las salidas institucionales. Las esperanzas de la oposición en las próximas elecciones son ilusiones imposibles por la falta absoluta de independencia electoral. Es una grave situación sin salida que delata las profundidades de un abismo cuando el cambio oficial es de ocho bolívares para la importación y el de la calle llega a 800. Toda salida es lamentablemente posible. Si se compara, Argentina es un niño de pecho.
En el Ecuador, parece agotado el recurso de la protesta, pues la polarización, cargada de odios y resentimientos, no deja de marchar en el mismo terreno sin ningún plan alternativo a la vista. Es alimentada por las redes sociales que se han convertido en lo que en farmacéutica se llama un placebo. Recurso inútil, pero calmante síquico. La situación para este lado de la manzana tiene otro agravante: ante la falta de renovación con nuevas generaciones o relevos, las oscuras golondrinas del pasado están saliendo de sus cuevas y empiezan a ofrecer sus servicios.
Este dramático horizonte merece que se compare con lo que sucedió en Chile, cuando gran parte de la oposición y el pueblo decidieron organizarse para ganar con el No la salida hacia la democracia. La situación era más patética pues el adversario era diestro en el horror y el terror; contaba además con resultados económicos favorables. Se desconoce si fue un plan ideado por psicólogos o psiquiatras pero se recuperó la esperanza en el futuro, olvidando y postergando el dolor de la represión sufrida por 17 años. No fue fácil, pero creyeron en que se podía derrotar a la dictadura.
En Ecuador podrán pasar las leyes de herencia, plusvalía y la reelección indefinida. Todo se puede hacer en la Asamblea Nacional, pero existe una gran oportunidad. En las elecciones del 2 017, además de los 100 asambleístas, el pueblo también votará. Para atenuar el dramatismo es valioso regresar una anécdota de la época cuando se otorgó a Chile la realización del Mundial de 1 962.
Esa nación había sido devastada por un gran terremoto que destrozó gran parte del sur. Parecía que no contaba con recursos para afrontar el encargo. El representante argentino había ofrecido la realización del Mundial en su país, pues tenían todo para hacerlo. Al día siguiente de la oferta gaucha, Carlos Dittborn, histórico dirigente del fútbol chileno, dijo: “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”. La organización fue un éxito.
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