El final de las convenciones demócrata y republicana, así como la proclamación de los candidatos da lugar al inicio de una campaña insólita para los precedentes políticos de EE.UU. Una mujer, ex primera dama, ex secretaria de Estado y un magnate que al lanzarse al ruedo ha sorprendido – no por un histrionismo, premeditado o espontáneo, sino por la increíble adhesión ciudadana que ha generado. Frente a este fenómeno político surge la candidata demócrata, representante del ‘establishment’ político y económico, que en percepción latina pudiera ser la versión conservadora del escenario.
Ese candidato sin ninguna contención – política o moral – para opinar sobre cualquier tema delicado como la xenofobia, el desprecio a los latinos o el odio bélico sin ningún control contra el islamismo. Una especie de apache blanco montado al revés en un indómito caballo.
Los datos recogidos por las encuestas favorecen a Hillary Clinton, pero lo sorprendente es que no se trata de los márgenes históricos que casi siempre se han inclinado hacia el lado demócrata. Ahora es diferente. La irrupción del fenómeno Donald Trump es de tal naturaleza que se está perdiendo el factor sorpresa ante la posibilidad de un triunfo republicano, a causa de aspectos ocultos en el subconsciente del estadounidense, como la xenofobia, el racismo y el aislacionismo.
Durante el siglo XX Estados Unidos de América resultó triunfador en cruzadas positivas o salvadoras para el bienestar mundial como la participación en la primera y segunda guerra mundiales. Aunque se formaron en el claustro del aislacionismo lo traspasaron cuando el mundo demandó su presencia. Sin embargo, parece que esos rezagos históricos han perdurado en actitudes atávicas, ahora promovidas por el terror desatado por los extremismos del siglo XXI. En este contexto las sorpresas de un resultado final están desechadas. Por eso, Paula Lugones del diario Clarín de Buenos Aires afirma que las críticas o rechazo al candidato republicano no deben ser valoradas en los términos de la tradición americana “pues Trump, ha demostrado salir indemne de las barbaridades que dice” Un rasgo típico de los líderes populistas de América Latina en las últimas décadas.
En el preludio de las elecciones es importante destacar el discurso de la primera dama Michelle Obama en la convención demócrata que conmocionó al referirse a la vida de los negros y de la mujer en esa nación “Yo me despierto todas las mañanas en un edificio que fue construido por esclavos. Y veo a mis dos hijas, dos bellas e inteligentes jóvenes muchachas negras, jugar con sus perros en el jardín de la Casa Blanca”. Luego agradeció a Hillary porque ahora, gracias a ella, sus hijas “y las hijas de todos ahora pueden considerar natural que una mujer pueda ser presidenta de Estados Unidos”.