Llego a España, ¿debería decir, a Donostia, en el País Vasco? Justo cuando la proximidad del referendo en el que los escoceses decidirán si quieren permanecer en el Reino Unido o recuperar su independencia causa estremecimientos en la Península Ibérica.
En el viaje del aeropuerto a mi hotel, el conductor del taxi me señala que el edificio de gobierno por el que pasamos es el único en San Sebastián en el que ondea la bandera de España. Pero no vaya usted a pensar que era un simpatizante de Eta o un nacionalista recalcitrante. Era un hombre joven con pinta de pelotari que aprendió a hablar vasco antes de hablar español y cuyas preocupaciones son económicas, no políticas. Lo que quiere es mantener su trabajo, pero sabe íntimamente que primero es vasco y luego, español.
En los periódicos la conversación sobre el voto escocés es política porque el ‘sí’ podría tener un efecto dominó que se sentiría en Cataluña y luego en el País Vasco. La consulta en Escocia será este jueves, solo los escoceses pueden participar y consta de una sola pregunta. ¿Debería ser Escocia un país independiente? Sí o no. En España, todo es más complicado. Si se realiza el referendo los catalanes tendrían que responder a dos preguntas: “¿Quiere que Cataluña se convierta en un Estado?”. “¿Quiere que este Estado sea independiente? Sí o no”.
Es claro que hay enormes diferencias entre el caso de Escocia y Cataluña. En Gran Bretaña, la Constitución no establece estas prohibiciones y los partidos acordaron la legalidad del referendo. La Constitución prohíbe cualquier referéndum sobre la independencia y dando cátedra de inflexibilidad y de insensibilidad democrática el presidente, Mariano Rajoy, se niega a discutir el tema escudándose en la ilegalidad constitucional del referendo.
Este domingo, el diario El Mundo publicó una entrevista en la que el presidente de un partido catalán dice textualmente: “Ha llegado la hora de que nos saltemos la legalidad española”. Mal principio. En los países donde impera el Estado de derecho no se violan las leyes, ni los líderes abogan por que se rompan.
En Escocia, las encuestas muestran una opinión pública dividida en dos partes iguales. En Cataluña, según las encuestas, la voluntad popular parece favorecer la permanencia en España, pero no cabe duda de que la torpeza con la que Rajoy ha manejado el asunto le ha dado partidarios al sector independentista.
El Partido Socialista Obrero Español lleva tiempo hablando de reformar una constitución que en el momento en el que se proclamó fue ejemplo de cómo transitar de la dictadura a la democracia y de cómo lograr una integración regional muy complicada, pero que ya no responde ni a las realidades ni a los retos de la España actual. Desafortunadamente, ni los socialistas del 2005 ni los conservadores del 2014 han avanzado un ápice en esta discusión.