El país de los ciegos fue escrito en 1911 por el inglés H.G. Wells. Allí se relata la historia de una sociedad compuesta de gente que vive completamente aislada del mundo exterior y sobrevive en casas sin ventanas, convencida de que su realidad personal es la única posible, la única real y, por añadidura, la única deseable.
La lectura del cuento transmite una sensación de angustia y desasosiego, porque los miembros de esa sociedad se niegan en redondo a aceptar que son ciegos, una verdad que les ha sido revelada por el único vidente de esa comunidad, alguien que llegó allí a causa de un accidente desafortunado.
Esa propensión ignorante y fanática a negar la verdad les lleva a concluir que el hombre vidente tiene que ser cegado para corregir, de esta forma, lo que ellos conciben como una excentricidad intolerable. Para sorpresa e inquietud del lector, el hombre vidente acepta que se le quite la vista para así poder ser aceptado por los demás; acepta vivir a oscuras para siempre con tal de calzar en el molde que le imponen otros…
Pero el detalle más perturbador del relato es que de todos los sitios del mundo, H.G. Wells decidiera que aquel país de seres irremediablemente volcados sobre sí mismos estuviera precisamente en Ecuador, en algún lugar entre el Chimborazo y el Cotopaxi, según cuenta el escritor británico.
Una tremenda erupción había oscurecido Quito por 17 días consecutivos, contaminando las aguas de ríos inclusive cercanos a Guayaquil, explica Wells en su cuento. Las cenizas que oscurecieron los cielos también se posaron para siempre en los ojos de la gente, convirtiendo a la ceguera en un mal endémico de aquella sociedad.
Nunca sabremos con certeza la razón que llevó a H.G. Wells a escoger nuestro país como el escenario de una de sus ficciones más tenebrosas. Pero si decidimos creer que la literatura universal está hecha a base de filosofía y profecía entonces “El país de los ciegos” podría ser leído como una advertencia: que los ecuatorianos de hoy sufrimos de la misma ceguera que sufrieron los habitantes del Ecuador de Wells.
¿Cómo salir de la oscuridad? La única vía es dialogando. El país se aproxima a uno de los eventos políticos más importantes de su historia reciente y sólo vemos a movimientos y políticos -¿ciegos?- peleando por que sus nombres consten en las papeletas. Antes se requiere llegar a un consenso sólido para proteger la dolarización, recuperar la competitividad y diseñar redes de protección para los más pobres, entre otros temas.
Si no aprendemos a dialogar y a llegar a acuerdos seguiremos a oscuras pensando que nuestras ideas son las únicas y, por tanto, las mejores; y que el único país deseable es el que cada uno anhela para sí mismo. Tal como Wells lo predijo fatalmente hace un siglo.
@GFMABest