Además de otras tantas preocupaciones por el futuro de la humanidad hay tres que destacan de una manera superlativa: el agua, la alimentación y la energía. Todas son importantes y merecen soluciones urgentes.
La energía nuclear procede de reacciones de fisión de átomos en las que se liberan gigantescas cantidades de energía que se usan para producir electricidad. Todo bien con la definición. El peligro es cuando esa energía se usa con otros fines, especialmente los bélicos.
El desarrollo de la energía nuclear no debe permitirse en un país que no tenga estabilidad política o donde gobierne un líder irracional. Esta fue la respuesta que dio hace poco a la revista brasileña Veja la mujer que más conoce en el mundo sobre todo lo que se relaciona con la energía nuclear.
Conocida como ‘La atómica’ la francesa Anne Lauvergeon (52) está en la actualidad marginada de los programas oficiales de su país por una razón: El ex presidente Sarkozy quería vender energía nuclear a Libia durante el gobierno de Gadafi.
“La Libia de Gadafi no era racional. El Gobierno francés me pedía que ofrezca reactores nucleares y yo respondía con negativas. Gadafi podía tener una buena relación con las potencias occidentales en aquel momento, pero para mi siempre fue claro que vender centrales nucleares no es lo mismo que comercializar repuestos o productos de belleza”.
Anne Lauvergeon sabe muy bien lo que dice. Está convencida que la energía atómica puede ser una solución a largo plazo. Defiende esa fuente energética pese a toda la paranoia antinuclear desatada tras el accidente en la central Fukushima, causada por el tsunami en Japón.
Los países europeos se asustaron y comenzaron una reducción drástica de los programas con esa fuente energética. Lauvergeon defiende esta energía, pero advierte que debe ser instalada en zonas seguras; en Japón no se siguieron los procedimientos adecuados.
Los reactores nucleares son resistentes a los terremotos, pero Fukushima necesitaba, adicionalmente, la construcción de un dique de 10 metros. La agencia de seguridad de Japón falló al no construir una defensa que hubiera evitado la invasión del mar en sus instalaciones, reflexiona.
También es importante que los gobiernos que compran plantas atómicas tengan un organismo regulador independiente, que respete los estándares mundiales de seguridad, sugiere la experta.
Para dejar de depender del petróleo, Francia emprendió con fuerza sus programas nucleares, pero ahora debe reducir, hasta el 2025, de 75% a 50% su participación en este tipo de generación.
A favor de la energía nuclear cuenta el hecho de ser una de las que emite menos dióxido de carbono. La electricidad generada en esta fuente es mucho más barata, pese a que requiere de una inversión inicial muy fuerte.