Ecuador debe empeñarse en cubrir la brecha digital que le impide explotar plenamente las ventajas de un mundo interconectado. ¿Por qué? Internet es un invento tan importante como el alfabeto y la imprenta.
El alfabeto permitió el desarrollo de la abstracción y la síntesis, ejercicios intelectuales antes imposibles de realizar, porque en ausencia de un método para guardar sonidos y palabras el conocimiento solo podía ser preservado mediante la repetición incesante de fórmulas verbales.
La imprenta multiplicó las posibilidades abiertas por el alfabeto al producir textos más legibles y fáciles de manipular, lo que promovió la lectura silente (antes solo se leía en voz alta). Esta práctica no solo mejoró la comprensión, sino que contribuyó a la formación de un personaje eminentemente moderno y democrático: el del lector individual con opiniones y preferencias personales. Internet es un paso más en este proceso de “tecnologización de la palabra” –el término lo acuñó Walter J. Ong, sacerdote jesuita, experto en comunicación– cuyas derivaciones son también muy extensas.
Por ejemplo, Internet está desmaterializando los mercados y desterritorializando las sociedades. Miles de productores y consumidores en cualquier parte del mundo cierran diariamente transacciones sin necesidad de intermediarios. Este desvanecimiento de los canales de distribución ha abaratado las operaciones comerciales y ha permitido a los productores segmentar mucho más sus mercados con productos a la medida de sus clientes. Esto ha acortado sensiblemente el ciclo de vida de aquellos productos y ha hecho de la renovación tecnológica la clave más importante para crear riqueza. Ecuador está poco preparado para participar en el mundo digital creado por Internet. El país ocupa el puesto 82 –de un total de 148 países– en el Índice de Preparación para la Conectividad (Networked Readiness Index), presentado por el Foro Económico Mundial en 2014.
Entre otras razones, esta posición se explica por la pobre tecnología de acceso que tiene el país. Si bien el atraso en esta materia es grande, la buena nueva es que Ecuador podría ponerse al día en un tiempo relativamente corto. Las tecnologías de punta están disponibles en el mercado y son de fácil instalación y uso. Las inversiones requeridas son importantes, pero los beneficios que generan no son económicos solamente, pues Internet contribuye también a la apertura y democratización de aquellas sociedades acosadas por una sola verdad oficial. Más que una herramienta de comunicación, Internet es, en esencia, el nuevo alfabeto de la sociedad civilizada. Su rápido aprendizaje es entonces urgente y obligatorio para el Ecuador. No hacerlo nos distanciaría aún más de las sociedades progresistas y avanzadas.