Iowa supone una bandera de partida en la tradición electoral de EE.UU. Un pequeño estado que no es representativo estadísticamente, es siempre el primer puerto de las elecciones primarias de los dos grandes partidos. Solo demócratas y republicanos afrontan este tipo de preselección de las nominaciones presidenciales.
Los candidatos independientes, desconocidos y minoritarios, no figuran en este preámbulo que, sin ser excluyente, es la representación del sistema bipartidista. Pero en época de sorpresas, donde la informática y las redes sociales ganan terreno y se disputan protagonismo los telecandidatos que buscan los votos del Homo Videns, que representó Sartorius, EE.UU. no parece ser una excepción. Todo lo contrario.
Veamos primero que para que un candidato demócrata gane un tercer período consecutivo la estadística no favorece. Por eso es que luego de dos períodos de Obama, Nobel de la Paz, a esta altura metido de cabeza en acciones bélicas extramuros, la nominación demócrata tendrá duros escollos. Allí participa una figura excepcional. Hillary Clinton, senadora, exprimera dama y exrival de Obama en las primarias, cuenta con el aparato Clinton: el suyo propio y el del expresidente, su marido Bill.
Pero aun así, según describió el diario La Nación, a la señora le vino un sofoco ya que Bernie Sanders, un francotirador que allá consideran socialista (un liberal de izquierda, en realidad, con 74 años y experiencia legislativa le apretó los números. Logró el voto juvenil y es señal de alerta.
En la tienda republicana la sorpresa inicial fue el ‘Trumpezón’. Ted Cruz le arrebató a Donald Trump el trofeo de la primera etapa. El histriónico candidato que hizo fortuna con Miss Universo, se dio, pese a su fama, un baño de agua fría. Perdió con Cruz y le sigue otro latino, Marco Rubio. Dos hispanoamericanos y un excéntrico en la carrera son también un primer y curioso signo de que los tiempos han cambiado aún entre conservadores.Y ahora viene NewHampshire.