Si fuésemos andinistas, este sería el punto en el que la cima se ve muy cerca y sentimos todo el cansancio del trayecto encima (les entiendo, son 10 años). Es tan fácil desmayar ahora. Solamente quedarse tirados boca arriba, en algún punto del camino. Desistir y no pensar. Desistir y pensar que hicimos todo lo que pudimos, que no dimos más, que era demasiado. Desistir y regresar al campamento, donde todo se nos antoja más fácil, más cómodo… más fácil, sobre todo. Total, ya estamos acostumbrados, ya sabemos cómo movernos en estos pantanos. Sería tristísimo que nos conformáramos con esto y renunciáramos a seguir y a poder ver el paisaje desde arriba.
Todavía faltan 11 días para llegar a la primera cima. Y de que coronemos ésta depende que lleguemos a la segunda y definitiva. Como decía Sixto, ni un paso atrás, no se dejen vencer por la (mala) costumbre ni atrapar por el espíritu perverso que acuñó esta forma de pensar: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
A partir de ahora, el tiempo se cuenta en domingos; nos quedan dos por delante: uno para dormir hasta tarde, ir al mercado, comer con la familia, leer, ver una serie o una película… y el otro para decidir qué va a pasar con un buen tramo del resto de nuestra vida política (la de todos). Nada menos.
Por eso les pregunto, ¿ya saben qué van a hacer el domingo cuando el calendario gregoriano marque 19 de febrero del 2017?
La respuesta no es tan sencilla como: salir a votar. Eso, obligatoriamente, debemos hacerlo todos. La respuesta involucra también el cómo y el por qué. Y aquí es donde entran nuestros comunes amigos: los encuestadores. De su asistencia, es decir, de la eficacia y el pundonor con el que ejerzan su oficio, dependerá nuestra llegada a esa primera cima.
Amigos encuestadores, tomen en cuenta que ese domingo 19 la decisión de cientos de miles de personas que buscan que haya una segunda vuelta (para llegar a la segunda cima) depende de la seriedad con que ustedes hagan su trabajo; porque solo así permitirán que quienes han optado por ejercer el voto útil no lo hagan bajo el influjo de engaños marketineros, que terminan por favorecer al que va primero.
¿No querrán pasar a la historia como los protagonistas de un domingo aciago en el que los intereses de un puñado de clientes pesaron más que su honestidad intelectual y su celo profesional? En concreto, para que haya segunda vuelta, necesitamos que sean sinceros: ¿sus cifras son las que le convienen al candidato que los contrató o con el que simpatizan o son las que un muestreo serio, técnico y verdaderamente representativo arrojan?
No nos tomen el pelo. El 19 no será un domingo más. De hecho, podría ser el primer domingo del resto de nuestras vidas. Y con vidas ajenas no se juega.