Una vez que Juan Manuel Santos acaba de triunfar ampliamente en los comicios del pasado domingo, surge la expectativa acerca del rumbo que van a tomar las relaciones entre Ecuador y Colombia.
Uno de los aspectos que vale la pena destacar han sido sus primeras declaraciones: ha ratificado la voluntad de restablecer las relaciones diplomáticas con Ecuador.
Esto supone atender los requerimientos que ha exigido el Gobierno ecuatoriano, entre ellos, la entrega de una copia de los discos duros y de la información que fue encontrada en el campamento de las FARC en Angostura pero, sobre todo, conducir las relaciones bilaterales en el marco del respeto y la cooperación.
No olvidemos que fue Santos, cuando era ministro de la Defensa del presidente Álvaro Uribe, quien ordenó la incursión de fuerzas militares y el ataque al campamento de las FARC en suelo ecuatoriano. Esto generó, de nuestro lado, el rompimiento de relaciones diplomáticas, el 2008, reestablecidas a nivel de encargados de negocios. Esto le valió a Santos la apertura de un proceso judicial en Ecuador, el cual todavía no ha sido archivado.
En este sentido, la situación no es nada fácil. Santos representa la línea dura, promotor de la “guerra preventiva” y partidario de la solución del problema de la violencia en Colombia por medios convencionales.
Aunque el problema del narcoterrorismo es uno de los que más preocupan a los colombianos, no obstante, la generación de empleo y la lucha contra la pobreza son una prioridad.
Tanto del lado colombiano como ecuatoriano debería ponerse todo en una balanza. La ruptura de relaciones no beneficia a ninguna de las partes. O como ha dicho Santos en días pasados, “En las relaciones conflictivas siempre hay dos alternativas: mirar con amargura hacia el pasado o abrir caminos de cooperación hacia el futuro”.
Por ello, el hecho de restablecer relaciones y fortalecer los vínculos comerciales y de cooperación puede contribuir a enfrentar los problemas de inseguridad como los relacionados con el desempleo y aumento de la pobreza. Es importante tomar en cuenta que hoy en día, con el avance de la globalización, el crimen no conoce fronteras.
Lacras sociales como el sicariato, el narcotráfico, el secuestro, la trata y tráfico de personas, entre otros, requiere de acciones conjuntas entre los países.
Por este motivo es importante que ahora que existe la voluntad de restablecer relaciones, esto se asiente sobre bases sólidas. Una de ellas puede ser la necesidad de fortalecer la integración y trabajar conjuntamente sobre temas de seguridad.
Habrá que ver ahora hasta qué punto Santos sigue siendo uribista o si toma un rumbo mucho más coherente con el momento histórico y político de las dos naciones.