Efemérides

Las palabras se fijan en la memoria del niño a veces por su significado, a veces por su sonoridad o dulzura: alféizar, brocal, aurora' Pero hay otras que se enredan en la lengua y se tornan detestables. Efemérides, por ejemplo. Las efemérides, que casi siempre tenían que ver con la guerra, se asociaban a discursos, himnos, héroes. A marchas bajo la inclemencia del sol o la lluvia, con las que se intentaba forjar el espíritu cívico.

Los héroes, uno detrás de otro, componían el cortejo sagrado de la Historia. Frente a la columna de héroes que ascendían a la gloria, había otra formada por villanos y traidores que se despeñaban hacia el infierno de la ignominia. Toda la narrativa histórica encadenaba el pasado heroico, que había acabado con los sombríos tiempos del oprobio, con un presente que no solo rememoraba grandes hechos, sino que repetía la gesta y se abría al futuro en el curso del progreso.

Las efemérides se inscribían así en el relato épico. Sobre esta épica encabalgaron su discurso los progresistas y revolucionarios del siglo pasado. A diferencia de quienes pretendían mantener a rajatabla los ideales y valores liberales de la Independencia, los progresistas y revolucionarios se propusieron todavía una segunda gesta. Así se fundieron en una sola plancha las imágenes de Bolívar, Alfaro y el Che.

Pero progresistas y revolucionarios, en esa historia épica caen en la trampa de quienes detentan el poder, pues olvidan a los derrotados del pasado, los que carecen de nombre. Mitifican y mistifican a actores y acontecimientos de las revoluciones del pasado.

Para las efemérides se fraguan imposturas (las ‘cenizas’ de Manuela Sáenz), se olvidan las rebeliones indígenas (¡ah, esos ‘indios terroristas’ de Guamote y de Colta!) reprimidas por criollos y realistas en vísperas de la Independencia.

Desde el poder se suele olvidar a ciertos héroes inconvenientes, se limpia de significado crítico actual a los gestos de esa extraña soberanía que afirma la libertad sin tomar poder (Carlos Montúfar, el coronel Hall y los del Quiteño Libre).

¿Qué se ha hecho por una revisión crítica de la historia a propósito del Bicentenario?

Para los progresistas, la Historia, si bien tiene de cuando en cuando sus sombras y sus “noches”, apunta hacia el futuro radiante en que culminará “el Proyecto”. El presente exige épica y sacrificio. “Somos la memoria del futuro” (Benedetti) decía una tela que colgaron en el Ministerio de Cultura.

Las efemérides importan un bledo al poder económico, mientras el poder político despoja de sentido a palabras y actos del pasado, reduciéndolos a la abstracción de la gesta y olvidando las condiciones del acontecer.

Y nuevos poderosos se juntan y se preparan para ser los héroes de las efemérides futuras.

Suplementos digitales