A un año y días de los comicios generales en los cuales se elegirá, entre otros, al sucesor del presidente Rafael Correa, la oposición hace esfuerzos por dejar de mostrarse dispersa. Además, ha exhibido algunas de sus cartas.
Con el derecho que asiste a los actores políticos de cualquier sociedad que se precie de democrática, los opositores han decidido integrar la Convergencia Democrática por la Unidad.
En la práctica, esta se presenta como una alternativa al proyecto del movimiento AP, que arribó al poder hace nueve años y que no ha ocultado sus aspiraciones de continuar en él.
En el escenario de crisis que vive el país, la alianza anticorreísta -que engloba a 57 representantes de varias tendencias, con el alcalde guayaquileño Jaime Nebot y el prefecto azuayo Paúl Carrasco como cabezas más visibles- ha delineado una agenda legislativa. Esta incluye la propuesta de derogar las enmiendas constitucionales aprobadas en diciembre pasado y la controversial Ley de Comunicación.
No obstante, como todo conglomerado que reúne a representantes de movimientos diversos, la Unidad genera dudas. En particular, por la presencia de personalidades como Ramiro González, líder de Avanza y hasta hace poco colaborador del Régimen, y la ausencia del excandidato Guillermo Lasso.
Es de esperar que la Unidad despeje las interrogantes sobre su carácter inclusivo, y a la vez abra espacios propositivos para afrontar la crisis.