Una mano por México

México vive con valor y entereza la tarea de los últimos rescates y el inicio de la reconstrucción luego de los terremotos de este septiembre trágico.

El llanto no tuvo tregua puesto que las réplicas de los sismos de Oaxaca y Chiapas ya suman cuatro mil. Alguna de ellas se llevó la vida, a causa de infartos, de dos mujeres que no resistieron el recuerdo vivo del horror reciente.

Mientras el esfuerzo colosal por el rescate no cesaba dos fuertes sacudidas en Oaxaca disparaban otra vez las alarmas y cundió el miedo.

Ahora todo empieza de nuevo, México lo sabe, lo supo bien luego de aquella tragedia de 1985, justo un mismo 19 de septiembre. Las lecciones aprendidas entonces sirvieron para una mejor reacción. Pero será largo el tiempo de reconstrucción. Por ahora se trata de auxiliar a quienes quedaron en precaria situación. La solidaridad fue una explosión popular después del llanto. Conmueve ver al más pobre dándolo todo por el ser que lo perdió todo.

En muchos países el dolor por México ha sido manifiesto y las muestras de afecto, sinceras y sentidas.

Las brigadas de rescate llegaron desde lugares lejanos y brigadas ecuatorianas se hicieron también presentes.

Tal vez, en función de la experiencia americana y de países de Lejano Oriente sacudidas de modo pertinaz sea tiempo de crear un organismo mundial de respuesta temprana con recursos y preparación, listo siempre a una reacción inmediata.

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