De la apertura al proteccionismo, del libre mercado con pocas reglas a la influencia estatal, los países de la región se han visto divididos por las visiones diversas y las realidades de desarrollo asimétricas.
Hay un grupo de países que apostó por el libre mercado, la apertura y la atracción de inversiones. La macroeconomía funciona. La pobreza, empero, sigue siendo la cuenta pendiente.
En ese primer grupo están Chile -más allá de los vaivenes electorales- Perú y Colombia, comprometidos con el impulso a la cuenca del Pacífico. Otros modelos, los del Cono Sur y Brasil, apuntaron al proteccionismo industrial, al discurso nacionalista con una economía mixta.
Luego están los países que además integran la Alba (Ecuador, Venezuela, Bolivia). El modelo proteccionista tiene énfasis en el papel del Estado y cierta contradicción entre el llamado a la inversión y las normas poco claras. Ecuador, parte del grupo, además ha buscado una integración con Unasur cuyo liderazgo Brasil no quiere aflojar. El discurso de izquierda entraña contradicciones. Se habla de apertura (viajes a Alemania y Francia) pero no se contempla de buen agrado los tratados de protección de inversiones. La inversión extranjera directa es exigua (basta compararla con la de Colombia y Perú). Sin embargo, se apunta a una visión pragmática.
Hay que ver hasta dónde llega el cambio de matriz productiva y si hay un nuevo modelo en ciernes.