Si las relaciones entre el Presidente y el Vicepresidente se mostraban distantes, nadie hubiese imaginado hace poco que los sucesos hubiesen derivado en una crisis política en la más alta cúpula gubernamental.
Mientras las investigaciones procesales avanzan con lentitud, factores exógenos intervienen. Los contenidos de las conversaciones entre el delator de Odebrecht y el excontralor y la sola mención del nombre del Vicepresidente cambian el panorama. Todo sale de medios como O’Globo -el gran periódico brasileño- y la publicación del periodista peruano Gustavo Gorriti.
Esos contenidos apenas cambian la cautelosa velocidad del Ministerio Público ecuatoriano. Como si esto fuera poco, un informe de la Contraloría pone en escena otro tema escabroso: la adjudicación de un bloque petrolero, los nombres de los altos funcionarios que participaron en la decisión y los perjuicios para el Estado.
Entonces el Fiscal reacciona y se pone a investigar las presunciones de responsabilidad penal en la materia. Lenín Moreno se muestra cada vez más firme y se desata una reacción de Jorge Glas. El Presidente, dentro de sus atribuciones constitucionales, retira todas las funciones al Vicepresidente: perdió confianza en él.
El choque sacude al movimiento oficialista, lo divide y lo pone al borde del colapso. La salida a la crisis política, como antesala de las medidas contra la crisis económica, amerita acciones inmediatas que vayan más allá de intereses personales.