No deja de ser triste e ingrata la tarea de contar, en cada feriado, los muertos por accidentes de tránsito. El de Carnaval, lamentablemente, no ha sido la excepción: los muertos sumaron 85. Los más terribles accidentes sucedieron en la vía Ibarra-San Lorenzo y cerca de Loja.
El impacto social de la tragedia es grande. Vidas arrancadas, futuros y sueños truncados, una estela de heridos. Familias destruidas y secuelas lacerantes. Como suele ocurrir, la irresponsabilidad de los conductores de vehículos de pasajeros ocasiona la mayoría de los siniestros. Los controles de la Policía no parecen suficientes y la capacitación de los conductores deja que desear tanto como la verificación de sus destrezas por parte de la autoridad.
No se puede dejar de señalar que en todo el mundo los feriados dejan más accidentes en las vías que de costumbre, debido a la abundante cantidad de vehículos que circulan al apuro y a alta velocidad y a la impericia de los conductores. Sin embargo, hay muchas cosas que se pueden hacer.
Ya hemos señalado que hay formas técnicas de colocar en los camiones y autobuses, cuando se fabrican, limitadores de velocidad. Es un tema que avanza y se discute en países de Europa y en Canadá y que sería urgente aplicar en el Ecuador. Otro tema clave es aquel de la señalización deficiente y muchas veces inútil, pese a la alta inversión en obra pública y especialmente la ampliación de vías.
Es absurdo que se discuta y se aprueben a cada rato reformas a las normas de tránsito, multas duras y teoría jurídica largamente debatida dentro de los entes legislativos, mientras continuamos pagando con el costo alto de vidas humanas y el dolor de la gente la irresponsabilidad en un tema de tanta importancia.