Es un hecho. Las tarifas del transporte público interprovincial subirán en todo el país. Ahora falta que el compromiso de mejorar el servicio al pasajero se cumpla.
Los dirigentes de la transportación, que representan a miles de propietarios de autobuses, movieron sus influencias y se hicieron escuchar por el Gobierno.
Es un hecho que las tarifas no debían seguir represadas, los costos operativos han subido, tanto como los repuestos, y el cobro de los pasajes no se compadecía con la realidad económica.
Es cierto que muchos usuarios sentirán el alza como un impacto a sus economías, especialmente a los bolsillos de los ecuatorianos que viajan por tierra, pero también es verdad que el rango tarifario era muy bajo en el país.
No se entiende que, como ocurrió en el caso de Quito, cuando el Cabildo asumió el tema tarifario de los taxis como parte de sus responsabilidades, el alcalde Mauricio Rodas haya sufrido ataques políticos criticando la medida cuando el Gobierno nacional hace lo mismo un tiempo después y por las mismas causas.
Si subirán las tarifas, lo que debe exigirse como contraparte a choferes y dueños de vehículos de transporte público es excelencia y calidad. Buen trato al pasajero, respeto, automotores cómodos y limpios y, por supuesto, una garantía de buen manejo de las condiciones mecánicas que privilegie la seguridad de los viajeros y de los propios conductores.
El alza de tarifas debe ser un toma y daca para una mejora sustancial del servicio que la autoridad debe garantizar.