LA TAREA DE LEGISLAR

El trámite legislativo y la complejidad de tejer las leyes en medio de un intenso debate social muestra los límites del sistema impuestos por la tramitología o los condicionantes políticos de la democracia.

La Asamblea Nacional tiene varias tareas pendientes. Es notoria la resignación manifiesta de uno de los aspectos esenciales de todo parlamento: la fiscalización. La sustanciación de procesos en los que se ven involucrados los altos funcionarios del país terminan sepultados en la maraña de papeles de la Comisión de Fiscalización, sin que su trámite pueda avanzar.

La captura por parte del oficialismo y de sus aliados de ocasión de las dignidades de las comisiones es una red que no deja pasar los juicios políticos a la instancia del debate plenario, sustancial para la vigencia de la democracia.

Una vez aprobada la Constitución, correspondía en estos dos años a la Asamblea conocer, debatir y sustanciar una serie de leyes para poner a tono la legislación con la Constitución de Montecristi. El inventario luce poco fructífero y muestra algunas tareas pendientes que no pudieron generar el consenso social y político para su tramitación y aprobación, en términos que promuevan una convivencia civilizada y armónica.

La Ley de Comunicación también está en pleno trámite. Los resultados de la consulta obligan a tomar en cuenta a una parte importante del país que no dio su aprobación para ejercer un control de contenidos de los medios, mucho menos a establecer un sistema persecutorio de sanciones, y peor a concentrar en el poder político de turno las funciones de un Consejo de Comunicación.

El debate no debe precipitarse para generar en el momento oportuno una ley de aceptación nacional en pro de la democracia y la libertad.

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