E l asilado Julián Assange sorprendió esta semana con la noticia: en una videoconferencia divulgada en su Australia natal, pero emitida desde su reducto en la sede diplomática ecuatoriana en Londres, lanzaba su partido, llamado Wikileaks.
Su condición de asilado no observa los protocolos tradicionales. Da entrevistas cuando considera oportuno, se pronuncia sobre aspectos políticos de distintos países, entre ellos el país otorgante del asilo, Ecuador, e incluso participa en reuniones con altos cargos de nuestra Embajada. Desde la misión de Ecuador en Londres, dispuso que una persona de su organización acompañara desde Hong Kong hasta Moscú y asesorara a Edward Snowden, ex analista de la CIA y que es demandado por la justicia estadounidense.
Fue en nuestra sede donde el cónsul ecuatoriano escribió un salvoconducto para que Snowden pudiera viajar a la capital rusa. Ese funcionario, días más tarde de otorgar el documento, fue desautorizado, pero no se conoce si se lo sancionó tal como ofreció el presidente Correa. Sobre la intensa actividad política de Assange, no se ha dicho nada.
Ahora, dentro de esas amplias libertades que se permite Assange y le permiten los funcionarios ecuatorianos, da una rueda de prensa, lanza un partido, dice que luchará por temas ambientales, derechos humanos y hasta la libertad de expresión -toda una ironía-, para intentar alcanzar una curul en el senado australiano.